MARISA CRUZ
MADRID.-
En el Ministerio de Asuntos Exteriores crece el malestar ante lo que interpretan como una crítica injusta y continua que se vierte contra la diplomacia en materia de política de inmigración. El Departamento que encabeza Moratinos contempla con preocupación cómo el caso del Marine I se ha convertido en un boomerang que se vuelve contra su gestión, en tanto que los dos ministerios con competencias en materia migratoria, Interior y Trabajo, se zafan del problema.
Fuentes destacadas de Exteriores señalan que el trabajo de la diplomacia en relación con el Marine I se completó con las difíciles negociaciones que hubo de afrontar el secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Bernardino León, la pasada semana, con Mauritania, Guinea Conakry, Senegal y Cabo Verde. A partir de ese momento, las labores de identificación, la organización de los vuelos de repatriación y las condiciones de trabajo de los policías enviados a Nuadibú, corresponden al departamento de Rubalcaba. Ello no impide, señalan, que el embajador de España en Mauritania realice cuantas gestiones sean necesarias para facilitar el trabajo de Interior.
En medios diplomáticos especializados en cuestiones migratorias achacan los continuos problemas al confuso reparto de competencias que existe entre Interior y Trabajo en este terreno. El Departamento de Caldera establece los límites de su trabajo en la inmigración legal, en tanto que deja en manos de Rubalcaba todo lo relacionado con la clandestina. Los diplomáticos insisten en que se trata de una división «artificial y absurda» porque «los flujos migratorios legales e ilegales se entrecruzan y mezclan continuamente».
«Exteriores», se quejan, «siempre queda en medio». Y añaden que cada vez que se ha propuesto definir los «modelos migratorios» que le convendrían a España, la respuesta de Trabajo se limita exclusivamente a poner como condición las necesidades del mercado laboral.
En el Ministerio de Moratinos no falta quien reprocha al titular de Trabajo «ponerse siempre de perfil». Con esta apreciación coincide el Partido Popular que, ayer mismo, por boca de su responsable de política Social, Ana Pastor, pidió la comparecencia de Caldera en el Congreso para aclarar «dónde está cuando hay problemas» y explicar la gestión «caótica e ineficaz» que ha llevado a cabo el Gobierno con los inmigrantes del Marine I.
En algunos círculos se considera que el viaje realizado ayer por el ministro de Trabajo a Senegal, -acompañado por el número dos de Exteriores que mantiene estrechos contactos con todos los países subsaharianos-, fue un error político. Afirman en este sentido que España debería haberse guardado el ofrecimiento de 700 empleos en el sector pesquero que ayer hizo Caldera en Dakar, hasta después de las elecciones que afrontará este país a finales de mes. «Habría sido un crédito excelente ante el nuevo Gobierno que salga de las urnas», insisten. «La urgencia por apuntarse éxitos», afirman, «nos hace perder importantes bazas políticas».
Apuntan también en medios diplomáticos, y en este punto hacen autocrítica, que, a la falta de definición clara de competencias entre ministerios, se une el «pánico» que genera en el Gobierno la cuestión migratoria. «Problemas como el del Marine I se intentan solventar con la máxima urgencia, sin planificación previa». Afirman que, sin aceleración, «las repatriaciones de asiáticos nunca han sido problemáticas».
Por último, en Exteriores se rompe una lanza en favor de Mauritania, un país del que se ha logrado un compromiso importante a la hora de controlar su propia salida de ilegales hacia Canarias. Y advierten de que «por intentar obtener un 10% de colaboración extra» en el caso del Marine I, «se puede dar al traste con una cooperación que resulta esencial».
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