Viernes, 16 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6270.
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Rock and roll de andar por casa
Conducido por la cómica Rachel Arieff, el antikaraoke, versión guitarrera del 'show', llega a Madrid avalado por su éxito en Barcelona
JOSE MARIA ROBLES

De todo hubo, aunque tuvo más de cotillón macarra que de botica: reconocibles himnos en inglés wachu-wachu, clases magistrales de guitarra invisible, metaleros cuernos al aire, disfraces, sangre de pega, escasísimo sentido del ridículo... En resumen: un auténtico despelote (lástima que la página no pueda oírse además de leerse), como correspondía a la puesta de largo en Madrid del llamado antikaraoke, una cita underground, o no tanto, que viene a ser al rock and roll lo que el botellón a la cultura del ocio (pero con menos resaca): coartada para la desinhibición, punto de encuentro para espíritus jóvenes y juerga casi embriagadora. Hablando de desvirgamientos, bien visto lo de San Valentín para el estreno...

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La cosa ya prometía desde que se escuchó, a modo de presentación, el Anarchy in the UK de los Sex Pistols. Tras esa canción-bazuca se hizo carne (nunca mejor dicho) Rachel Arieff, reinona con licencia para parodiar (humor Costa Oeste y tacos a discreción) y conductora del espectáculo, donde no rompe el hielo: directamente lo pica a lo Sharon Stone. Por algo lleva dos años sacando filo a esta particular velada open mic o de micro abierto en Barcelona. «Cuando actué por primera vez pensé que iba a ser sólo para guiris, porque el karaoke es una cosa popular y cachonda en EEUU y en España, en cambio, se considera como algo totalmente rancio. Para nuestra sorpresa, la mayoría de la gente que viene a participar es de aquí. Y están superlocos».

A fe que es así. Primero subió a la tarima Dani El mutante, que es algo así como el friqui número uno del invento en la Ciudad Condal. Camiseta negra de manga corta (promocional), pantalón chandalero, gafas resbaladizas y rictus de concentración, se enchufó al Enter sandman de Metallica sin apenas partitura -aquí no hay pantallas donde seguir la letra, sólo simples folios, versión háztelo tú mismo- y con una aplicación casi excesiva. «He actuado 80 veces», comentaba, ovación mediante, tras quitarse el disfraz de frontman. «¿Lo que más me gusta? Poder interpretar canciones que no encuentras en un karaoke normal, la espontaneidad y el ambiente de concierto que se respira. La gente está pendiente de ti, y eso te hace sentir como una estrella de rock».

No funcionaban aún a todo trapo las barras de la sala El Sol (palabra de Arieff: «En la última media hora todo el mundo está tan borracho que quiere salir»), sede del invento, cuando otros dos espontáneos se colocaron bajo los focos de colores. Ahí se vio que la noche era, efectivamente, de variedades. Lentes retrofuturistas, chaqueta con flecos a lo sioux, melena y barba, uno; gorra de béisbol, otro, ejecutaron, como el que silba bajo la ducha, You give love a bad name, clásico del heavy petardo perpetrado por Bon Jovi. A continuación, turno para una nutrida representación de chicas, sobradas de poderío todas ellas; para algún indie con jersey a rayas, para algún rockero de patillas jurásicas... Pura democracia escénica.

«Hay gente que no ha cantado en la vida y que aquí se sube al escenario», ofrecía explicaciones -¿o era la fórmula del éxito?- la madrina de tanto músico de un único éxito, prestado para más señas. Por eso, y por otras razones, en el antikaraoke no hay premio alguno para quien ejecute más brillantemente el cover: «Vivimos en una época de concursos donde todo se juzga. La idea aquí es que la gente se suelte. Todos ganan cuando vienen. Es una noche de amor, suena tonto pero es así»

Arieff, a la que han visitado en Barcelona grupos como The Cult o L.A. Guns, pretende que su próxima artista invitada sea Carmen de Mairena, con la que compartió un taxi. Mientras tanto, pone en marcha un divertido carrusel con un puñado de estribillos. Punk y circo, dicen.

Antikaraoke, con Rachel Arieff

. En la Sala El Sol (Jardines, 3), el próximo 14 de marzo.

www.antikaraoke.com

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