QUÉ: Preestreno de la película 'Manuale d'amore 2'
CUANDO: Anoche, en el Palacio de la Música
POR QUÉ: Elsa Pataky y Monica Bellucci se pasearon por la alfombra roja
Aquel que se inventó la frasecita esa moñas de que las comparaciones son odiosas, o es que era feíto-feíto y poco vale y se comía un truño que lo flipas o es que nunca vio aquel bonito y conocido spot publicitario que decía tal que así: «Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo». Yo la verdad, como siempre he sido una rica heredera, he seguido la máxima fundamental de la buena compra: lo bueno se paga. O sea, que lo caro es bueno porque, si es barato, es que no es tan bueno. ¿Entiendessss?, que diría Belén Esteban. Total, que no tenía yo disyuntiva que valiera. Entre dos sobaos pasiegos, el caro y punto. Pues anoche, en cambio, sufrí yo lo que nadie sabe por una duda. Sí hijas, sí. Me invitaron a la soirée de Manuale d'amore 2, la secuela del último gran éxito de la comedia italiana. Un remedo de aquellos hitos cinematográficos como Boccaccio'70 o Ayer, hoy y mañana, en el que la maggiorata Monica Bellucci se mide con la españolita sexy Elsa Pataky y, la verdad, me costó saber cuál me gustó más. Ambas echaron todos sus arrojos, a ver, como que ni se echaron una miradita durante la foto conjunta. La italiana, por lo menos, ni movió el cuello. Y qué cuello, señoras, ni un nanomilímetro cúbico de grasa. En cambio, la Pataky eso se lo tiene que cuidar. Pero claro, la Pataky es como una teenager, como es jovencita, se lo puede permitir. Luego, las dos tienen su talento, limitadito, pero tienen su talento. Las dos tienen novio, de belleza difícil, como cubista, pero tienen su novio. Y aquí es donde la Pataky ganó por goleada. Se trajo al suyo. A Adrien Brody, de negro riguroso como ella, pero en Zegna. Ella prefirió un escotado Dolce & Gabbana con falda tubo a media rodilla -mmm... se ha visto alguna película de la Loren... No es lista ni na' la Pataky... Hasta hablaba italiano como si fuera de Pozzuoli talmente...-. Y con él, se daba unos achuchoncitos... Unos sorbitos... Unas miraditas... Un tirantito que se le caía... La Bellucci, en cambio, no se trajo a su francés. Que es estupendo, pero es francés y claro, ahí podía haber apelado la Pataky a nuestro sentimiento patriótico recordando los cajoncitos de fresón que rodaron frontera abajo, y despellajamos a la transalpina. A ver. Visto así, Bellucci hizo bien en preferir venir without boyfriend, con un traje sastre, entalladísimo y con caderaza, acompañada de Giovanni Veronesi, el director; del actor Carlo Verdone, y del productor Aurelio de Laurentis. Muy profesional ella, pero no nos tocó el puntito, evidentemente. Aunque, también es verdad que, para qué quiere la Bellucci tocarnos el puntito con un novio, si nos da capones con la barbilla. Ocho cuartas le saca a la española. Medio cuerpo. Como os lo cuento. Llego a ser yo la italiana y le digo: Tu sei piccola. Ma piccola, piccola di coggioni y me hubiera quedado tan ancha y tan fresca. No se me habría movido el cabello extramegaliso. Como a ella que, para mí, se lo decía para sus adentros. A saber lo que fluía por los de Elsita... Ya me imagino yo que algo así como: «Esta italianona no se ríe para que no se le arrugue el belfo. Mira en cambio yo: «Ja ja ja, je je je, ji ji ji». Es que la edad es así de desprejuiciada. Casi tanto como la invitación a la fiesta. Cada vez que dos estrellazas se cruzan en un estreno, el resto prefiere quedarse en casa no sea que queden deslumbrados. Con lo cual, hay que conformarse con enanas blancas y hasta marrones. ¿Qué contaros de las poses imposibles de Natalia OT camino de convertirse en la Britney Spears andaluza? ¿Y de Pedro Ruiz y su humor inteligente? ¿o de Luis Cobos y su melena..? Por Dios, que la novia de Juan José Ballesta le haga unas rastas en su peluquería de Fuenla.