NUEVA YORK. - El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, pidió ayer a los aliados de la OTAN que envíen refuerzos a Afganistán, al tiempo que el Pentágono anunciaba el desvío de una brigada de 3.200 soldados, con base en Vicenza (Italia), que iba a ser inicialmente enviada a Irak y que cambiará de destino para hacer frente a los talibán.
«En Estados Unidos se está poniendo mucha atención sobre lo que ocurre en Irak, y una de las razones por las que me dirijo a vosotros es porque quiero estar seguro de que la gente preste atención a Afganistán», declaró ayer Bush en el púlpito del American Enterprise Institute (AEI), el think tank en el que se gestó ideológicamente la invasión de Irak y donde resuenan ahora las voces a favor del «bombardeo» contra Irán.
El discurso en la AEI se interpretó ayer como un respaldo simbólico a los neoconservadores, que han recuperado en los últimos dos meses el terreno perdido en la Administración Bush. Por un solo día, sin embargo, el presidente decidió correr una cortina sobre lo que ocurre en Bagdad y Teherán, y prefirió mirar hacia Kabul. «La nieve de las montañas de Hindu Kush se va a derretir, y cuando esto ocurra es de esperar que continúen los fieros combates», dijo. «Los talibán y Al Qaeda van a lanzar nuevos ataques. Nuestra estrategia no es estar a la defensiva sino a la ofensiva».
Bush afirmó que el número de soldados estadounidenses en Afganistán fijará un nuevo techo en los próximos meses -27.000- y exhortó a los países aliados de la OTAN a que hagan lo propio para contener la esperada ofensiva de los talibán la próxima primavera. «Cuando nuestros comandantes sobre el terreno dicen a los respectivos países 'necesitamos ayuda', la OTAN debe dársela», declaró Bush. «La Alianza fue fundada sobre una idea: un ataque contra uno es un ataque contra los principios que nos mantienen unidos. [...] Permaneciendo juntas en Afganistán, las fuerzas de la OTAN protegen a su propio pueblo».
El demócrata Tom Lantos, presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, se sumó al llamamiento de Bush e incluyó a España en la lista negra de países que no están haciendo lo suficiente en Afganistán. «Es simplemente inaceptable que los comandantes de la OTAN tengan que rogar para que les envíen tropas de países como Alemania, Francia, Italia y España», dijo Lantos. «Es indignante que Estados Unidos, Canadá, Holanda, Dinamarca y Reino Unido sean los que despliegan sus unidades en las zonas más peligrosas. [...] Esta Administración no debe permanecer pasiva mientras nuestros así llamados aliados toman ventaja de nuestra generosidad y nuestro coraje», concluyó Lantos, que fue mucho más allá que el propio Bush en las críticas contra los aliados europeos.
Mientras la Cámara de Representantes iniciaba el cuarto día de debate sobre la «nueva estrategia» en Irak, Bush dio ayer un volantazo y pidió a la opinión pública que tuviera en cuenta la guerra olvidada. «No podemos permitir que los talibán vuelvan a tener un cielo protector en Afganistán», dijo, en el momento de recalcar la necesidad de apoyar militar y económicamente al presidente Hamid Karzai con una nueva inyección de 11.000 millones de dólares. De paso, el jefe de la Casa Blanca admitió también la necesidad de hacer frente a la corrupción y al comercio ilegal de opio.
En el frente militar, mientras, el portavoz del Pentágono Bryan Whitman anunciaba el envío a Afganistán de los 3.200 soldados de la Brigada Aerotransportada 173 con base en Vicenza. «Se estaban preparando para ir a Irak y hoy anunciamos que van a ir en su lugar a Afganistán», precisó Whitman. El desvío provisional no afectará sin embargo al refuerzo de 21.500 soldados de la «nueva estrategia» para Irak anunciada por Bush. Otra brigada cubrirá seguramente el vacío dejado por la 173, aunque los detalles no se han hecho aún oficiales.
Según Whitman, con la llegada de los refuerzos serán 27.000 los soldados estadounidenses (15.000 bajo el mando de la OTAN y 12.000 en «operaciones especiales») desplazados a Afganistán, el mayor número desde el lanzamiento de la ofensiva que derrocó a los talibán a finales de 2001. El total de efectivos de la Alianza rondará los 35.000 soldados, a la espera de que otros países envíen también refuerzos.
La senadora demócrata y candidata presidencial Hillary Clinton celebró ayer la atención de la Administración Bush hacia la guerra de Afganistán, pero expresó su preocupación por el creciente tono de las acusaciones contra Irán y por el clima prebélico que se está creando en la opinión pública también con la complicidad de expertos del American Enterprise Institute como Joshua Muravchik, que recientemente firmó en el Los Angeles Times un detonante artículo titulado Bombardead Irán. «Si esta Administración cree que es necesario el uso de la fuerza contra Irán, el presidente deberá venir al Congreso a buscar la autorización», advirtió Hillary Clinton. «Sería un error de proporciones históricas que el presidente utilice la autorización que tuvo en su día para usar la fuerza contra Irak como un cheque en blanco».