Tal como se acordó en la ciudad santa de La Meca, el primer ministro palestino, Ismail Haniya, presentó ayer su dimisión al presidente, Abú Mazen, lo que marca el inicio del proceso de formación del nuevo Gobierno de unidad nacional.
En medio de temores sobre un posible fracaso del pacto alcanzado la semana pasada bajo fuertes presiones por parte de Arabia Saudí, Haniya entregó anoche al presidente palestino su carta de renuncia, condición legal para poder encomendarle nuevamente la formación de un nuevo Ejecutivo. A continuación, Abú Mazen le entregó una misiva en la que pidió al líder de Hamas que forme el próximo Gabinete.
En la reunión, celebrada en la Franja de Gaza, ambas partes decidieron comenzar inmediatamente la formación del Ejecutivo y la elección de los nuevos ministros, un proceso que, según fuentes de Al Fatah, durará hasta dos semanas.
El próximo Gobierno palestino estará liderado por Hamas y Al Fatah, aunque incluirá también a representantes de otras facciones y a políticos independientes. «A partir de ahora empezaré los contactos con los otros partidos», dijo Haniya al salir del encuentro.
Pero, a pesar de que lo acordado ayer por los dos mandatarios palestinos es un importante paso hacia la formación del ansiado Gobierno de salvación nacional, todavía queda por comprobar si las diferencias entre el primer ministro y el presidente sobre su composición se han resuelto.
La entrevista de ayer se produjo un día después de que Abú Mazen decidiese posponer un discurso dirigido al pueblo palestino en el que se disponía a explicar los acuerdos suscritos en La Meca
«Hamas ha propuesto varias condiciones inaceptables e inaplicables. El acuerdo de La Meca no puede ser reinterpretado y debe entrar en vigor inmediatamente sin ninguna condición», declaró horas antes de la dimisión del primer ministro, un dirigente de Al Fatah.
Ghazi Hamad, portavoz del Gobierno de Hamas, afirmó a la radio israelí por su parte que había todavía «muchos problemas» sobre el nombramiento del futuro ministro del Interior. Y es que Haniya continuará al timón, pero esta vez con un viceprimer ministro de Al Fatah a sus espaldas. La posibilidad de que el asignado por el presidente sea Mohamed Dahlan, uno de los dirigentes de Al Fatah más repudiados por Hamas, es una de las principales discordias entre ambos movimientos.
Uno de los grandes obstáculos gira, precisamente, en torno a quién ocupará la cartera de ministro del Interior, puesto de máxima importancia, ya que será el responsable de los organismos de seguridad de la ANP y decidirá el futuro de la fuerza ejecutiva de Hamas, compuesta por 5.600 hombres y que el presidente palestino ha querido disolver.
La clave es si el nuevo Gobierno obtendrá el visto bueno de la comunidad internacional o si por el contrario, llevará a los palestinos a un aislamiento aún mayor.
El próximo lunes, Abú Mazen tiene previsto participar en una reunión con el primer ministro israelí, Ehud Olmert, y la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice.
En un movimiento quizá de acercamiento a Israel ante esa reunión, Mazen exigió ayer la liberación del soldado israelí Galid Shalit, secuestrado el pasado mes de junio por milicianos de Hamas.
«EEUU nos ha informado de que boicoteará el nuevo Gobierno dirigido por Hamas. Los ministros de Al Fatah y los independientes serán tratados igual que los de Hamas», aseguró un funcionario palestino que prefirió permanecer en el anonimato, si el nuevo Gobierno no acepta las exigencias de la comunidad internacional: reconocimiento del derecho a existir de Israel, renuncia a la violencia y respeto de los acuerdos entre la OLP y el Estado de Israel.
Dirigentes estadounidenses, por su parte, se han negado hasta el momento a contestar a estas informaciones y han asegurado que prefieren esperar a la formación del nuevo Gobierno palestino antes de hacer cualquier tipo de declaración.