Durante el proceso, el alemán Ernst Zündel guardó silencio. Y ayer, en su alocución final de 25 minutos, se negó a rechazar las acusaciones «como un suicida» y pidió una comisión independiente que investigue cuántos judíos murieron realmente en el Holocausto. Y si ésta contradice sus tesis revisionistas, pedirá «perdón públicamente en una rueda de prensa ante los judíos, los israelíes y el mundo entero», se comprometió.
Pero de nada le sirvió al neonazi Zündel. La Justicia alemana cayó ayer sobre él con todo el peso de la ley, y fue condenado a cinco años, la pena máxima, por negar sistemáticamente el genocidio de los judíos europeos durante el Tercer Reich de Adolf Hitler.
El presidente de la Audiencia Provincial de Mannheim, Ulrich Meinerzhagen, no escatimó en calificativos hacia Zündel, del que dijo que, tras una fachada de «honesto suabo [en referencia a su región de origen]», se oculta un «agitador político racista y peligroso, un factor de problemas y un orador inflamado». «Uno cree estar ante un pariente espiritual del autor de Mi lucha (Hitler)», subrayó el juez.
Ernst Zündel, de 67 años, se encuentra en prisión desde marzo de 2005, cuando fue extraditado desde Canadá, donde vivía desde los 19 años. Desde allí mantenía una página web y diversas publicaciones, donde negaba el exterminio de judíos, homosexuales, comunistas y «pueblos menores» del Este de Europa.
Esa página web fue prohibida en 2001 tras un cambio de la legislación antiterrorista en el país norteamericano. Zündel huyó a Estados Unidos y de allí fue deportado a Canadá por carecer de papeles. Antes de su traslado a Alemania, el juez Pierre Blais lo definió como un «racista hipócrita» y como una amenaza no sólo para la seguridad canadiense, sino también para la comunidad internacional.
El propio Zündel, que en el pasado ha tenido contactos con organizaciones racistas como el Ku-Klux-Klan o Naciones Arias, intentó durante este juicio que le representara el conocido neonazi Horst Mahler, pero el tribunal lo rechazó, ya que le había sido retirado su permiso para ejercer la abogacía. Sus cinco letrados intentaron, durante el juicio, que los dos años pasados en la cárcel canadiense fueran deducidos de la pena final, pero la Corte lo rechazó.
Esta condena se produce en un momento en que Alemania, que ocupa la Presidencia de turno de la Unión Europea (UE), intenta convertir en delito en todo su territorio la negación del Holocausto, con una pena de hasta tres años de cárcel.
Pero es bastante complicado que halle quorum entre los Veintisiete, algunos de cuyos miembros, sobre todo procedentes del antiguo bloque soviético, han exigido también la prohibición de los símbolos comunistas.