Otto Frank trató de conseguir ayuda de un amigo rico de Nueva York, en su intento por obtener un visado para Estados Unidos. «Me veo obligado a recurrir a la emigración y, por lo que veo, los Estados Unidos de América son el único país al que podríamos ir», escribió a Nathan Straus hijo, el 30 de abril de 1941. «Quizás recuerdes que tenemos dos hijas. Es por el bien de las niñas por el que tenemos que mirar», añadió Otto Frank.

Las tres cartas del señor Frank, escritas a máquina, se han encontrado entre cerca de 80 páginas de material descubierto en los archivos del Instituto YIVO de Investigaciones Judías por un voluntario que pretendía corregir un error burocrático. «La familia Frank habría podido escapar de los Países Bajos incluso a lo largo de 1941, pero la decisión de intentarlo como fuera se produjo en fechas tardías. Los nazis se lo pusieron cada vez más y más difícil y, por aquel entonces, el Gobierno de los EEUU también les estaba poniendo a los extranjeros cada vez más difícil la entrada en el país», asegura el profesor Richard Breitman, de la Universidad Americana de Washington, que ha estudiado los documentos.

Campos de concentración

Ana Frank escribió su diario entre el 12 de junio de 1942 y el 1 de agosto de 1944, tres días antes de que cayeran en manos de los nazis las ocho personas que se ocultaban en un anejo secreto de una vivienda de Amsterdam. Ana, de 15 años por entonces, y su hermana mayor, Margot, fueron enviadas a Auschwitz y, posteriormente, al campo de concentración de Bergen-Belsen, donde murieron a principios de 1945. Su madre, Edith, murió en Auschwitz.

Otto Frank sobrevivió a la guerra cuando Auschwitz fue liberado por los rusos. Después regresó a Amsterdam, donde publicó el diario de su hija, que había sido encontrado tirado en el suelo. Las cartas dadas a conocer el miércoles demuestran que el padre empezó a planear esconderse con su familia hacia la misma época en que empezó con sus intentos por escapar de los Países Bajos. Al final, la familia terminó por pasar a la clandestinidad el 6 de julio de 1942.

David Engel, un profesor de estudios sobre el Holocausto de la Universidad de Nueva York, opina que el desencadenante [de la decisión de esconderse o de escapar] pudo haber sido un intento de chantaje de un militante del partido nazi holandés a propósito de un comentario que el señor Frank hizo a la ligera ante un simpatizante nazi, expresando sus dudas sobre una victoria de los nazis en la guerra.

«Hay pruebas circunstanciales sobradas de que el 18 de abril de 1941, es decir, 12 días antes de la primera carta que envía a Nathan Straus hijo, el señor Frank fue abordado por un miembro del partido nazi con una carta de denuncia que había escrito contra él uno de sus antiguos empleados», explica el profesor Engel. «El nazi holandés que se había encargado de llevar esta carta a las autoridades decidió utilizarla como chantaje», aventura el profesor. Sin embargo, Teresien da Silva, director del museo instalado en la casa de Ana Frank en Amsterdam, puntualiza que ese intento de chantaje «no se ha podido probar nunca» y que era muy posible que las intentonas del señor Frank por emigrar obedecieran al empeoramiento de las condiciones de los judíos al año de la invasión de los Países Bajos por los nazis. El señor Frank, que dirigía en Amsterdam una empresa de suministro de pectina, ya le había dado vueltas a la idea de huir del país antes de que se declarara la guerra. Las cartas ahora conocidas revelan que había presentado una solicitud de visado para Estados Unidos en 1938. Después de la invasión nazi, se puso en contacto con sus cuñados Julius y Walter Hollander, ambos en Estados Unidos, que solicitaron ayuda de su patrón, en Boston, para recolectar dinero con vistas a la fuga de la familia Frank. El señor Frank recurrió también a Straus, hijo del fundador de los almacenes Macy's, de quien había sido compañero de estudios, allá por 1908.

En su segunda carta a Straus, el 8 de septiembre de 1941, el señor Frank esboza un plan para conseguir un visado cubano con la intención, aparentemente, de viajar a España o Portugal y allí obtener un visado norteamericano de cualquiera de los consulados de EEUU en uno de estos países. «... no pueden sacarse aquí visados para los Estados Unidos de América pero tampoco hay la más mínima posibilidad de salir sin un visado. La única manera de escapar a un país neutral son los visados de otros estados como Cuba», explica en su carta. En su última misiva a Straus, en octubre de 1941, explica que «la situación se está volviendo más difícil y puedes imaginarte que estoy ansioso por noticias tuyas». El Gobierno cubano expidió finalmente un visado al señor Frank con fecha del uno de diciembre de 1941, pero fue invalidado diez días después, cuando Alemania declaró la guerra a los Estados Unidos.