La campaña del referéndum sobre el nuevo Estatuto de Andalucía se cerrará esta noche sin pena ni gloria, tal y como ha transcurrido. Los partidos que piden el sí -PSOE, PP e IU- han hecho grandes esfuerzos por despertar el interés de la ciudadanía, aunque no lo han conseguido, porque el entusiasmo de los andaluces por un nuevo estatuto es perfectamente descriptible. Pocas veces ha quedado tan en evidencia el divorcio entre las necesidades reales de los ciudadanos y los afanes de su clase política o, por mejor decir, los intereses exclusivamente partidarios.
La indiferencia con la que los andaluces han asistido a la campaña que hoy se cierra remite al origen de la reforma del Estatuto que, por cierto, ni siquiera se sitúa en Andalucía, sino en Cataluña. Zapatero no hubiera podido sacar adelante el Estatuto catalán sin el respaldo de Manuel Chaves y éste puso en marcha la reforma del Estatuto andaluz como coartada para echar una mano al presidente del Gobierno. En principio, ni siquiera contó con el apoyo del PP, partido que se sumó al consenso a última hora debido al temor que le inspiraba el fiasco de UCD al pedir la abstención en el referéndum de febrero de 1981.
El texto aprobado por el Parlamento andaluz -que triplica en artículos al Estatuto vigente y peca de intervencionista a imagen y semejanza del catalán- sufrió más de 90 enmiendas en el Congreso para borrar toda sombra de inconstitucionalidad, aunque el PP tuvo que aceptar como mal menor que Andalucía fuera definida en el preámbulo como «realidad nacional». A cambio, los socialistas aceptaron la inclusión de numerosas referencias a la Constitución y a España.
La campaña no ha estado exenta de polémica, al margen de las provocadas por el minoritario Partido Audalucista, el único que propugna el no. La Junta Electoral anuló la campaña de la Junta de Andalucía por no ser neutral en su llamamiento al voto, y en algunos lugares ha sido prohibida la celebración del Día de Andalucía, que las autoridades han trasladado de su cita habitual el 28 de febrero al día de hoy, para hacerla coincidir con el final de la campaña. No parece que el electorado andaluz esté muy movilizado para acudir a las urnas el domingo, a pesar de los mítines y actos de los partidos. De hecho, tanto PSOE como PP se darían por satisfechos con una participación en torno al 50%.
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