Fue la pasada semana cuando las religiosas titulares del centro concertado ubicado en pleno centro de la capital cántabra le anunciaron al director seglar los planes de cierre. Que si no hay vocaciones, le dijeron, que si no reciben mucha demanda, que si existen pérdidas desde hace 30 años... Había una razón más.

El avance del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Santander, en fase de información, proyecta recalificar los 10.000 metros cuadrados que tiene la Compañía, convirtiendo la zona en urbanizable, a cambio de que levante otro centro en la ciudad. Consta en los documentos la futura construcción de hasta 140 viviendas de un máximo de ocho alturas, de garajes, y de la cesión del histórico claustro para dependencias municipales.

A los padres de los 463 alumnos de entre tres y 16 años, a los 30 docentes y a los otros cinco trabajadores del colegio el fantasma del pelotazo se les presentó como una revelación. Con lo que han decidido constituirse en Coordinadora de Afectados para que La Enseñanza continúe. En un remedo del No nos moverán.

El anuncio del maná que supondría la recalificación llega providencial, coincidiendo con el 400 aniversario del nacimiento de la Compañía, que cuenta con 25 centros y 20.000 alumnos en todo el Estado.

En realidad, el PGOU es una respuesta a lo que desde hace años venían solicitando las religiosas, que llegaron a contactar con un gabinete jurídico para presentar su proyecto y que, en septiembre, se dirigieron por carta al Ayuntamiento pidiendo sacar «aprovechamiento» del terreno.

«Servicio público»

«La educación no puede ser un negocio; los críos no son tornillos», señala María Angeles Samperio, madre de un alumno y portavoz de los afectados. «Estas mujeres han estado recibiendo dinero durante años para dar un servicio público a la ciudadanía y ahora no pueden dejar colgado a todo el mundo».

De llevarse a cabo el milagro de trocar las aulas en pisos, la pifia en el barrio va a ser importante. El centro ya tiene autorizada un aula para niños de dos años para el curso próximo; goza de una buena demanda y hubo chavales de Primaria que no pudieron entrar en 2006/2007; en el área hay sólo dos colegios concertados y uno público; y la Consejería de Educación ya ha advertido que vería «difícil» recolocar a los estudiantes de cara al próximo ejercicio.

Será cosa de las elecciones que asoman o de una sincera sensibilidad, pero tanto los responsables de enseñanza del Gobierno autonómico (PRC y PSOE) como el Ayuntamiento (PP) se han sumado al carro de los padres. Dice la Consejería que el centro no puede cerrar hasta que no se extinga el concierto suscrito, que llega hasta 2008/2009. Asegura el Consistorio -que se ha reunido con la Coordinadora de Afectados- que «hará todo lo posible para que se mantenga la actividad docente en este colegio» y que sólo habrá recalificación si la Compañía edifica un centro similar.

«Ha sido una mera coincidencia lo del Plan con lo de nuestras intenciones de cierre», explica una religiosa que prefiere no dar su nombre, pero que dice representar a la titularidad del colegio. «Siempre se nos condicionó la recalificación a que construyésemos en otro lugar. Si no nos dejan cerrar ya, lo iremos haciendo progresivamente», añade. ¿La ganancia del negocio? «La motivación responde a una cuestión de reorganización interna».

El lunes mismo las monjas tuvieron que salir a la palestra y dar explicaciones a madres y padres en un concurrido salón de actos.

Y algunas cosas van quedando claras: que colegio va a seguir habiendo, aunque la titularidad la tengan que asumir los padres en laica cooperativa; que de una u otra manera a las religiosas de la Compañía de María les empieza a sobrar espacio. «Sin el colegio quedaremos sólo 24 monjas. Habrá metros de más. Esto es desproporcionadamente grande para nuestra actividad».