DAVID SEATON
En un sondeo de la CNN, el 73% de los encuestados está de acuerdo con el presidente ruso en que «la política exterior de EEUU está alimentando una carrera de armas nucleares».
En la 43ª Conferencia sobre Política de Seguridad, en Múnich, Vladimir Putin dijo lo que un ecologista podría denominar una verdad incómoda. Ante altos responsables de Seguridad de todo el mundo, el presidente de Rusia dijo que «un país, Estados Unidos, se ha saltado sus fronteras nacionales de todas las maneras posibles. Eso es muy peligroso. Nadie se siente ya seguro, porque nadie puede ampararse en la ley internacional. Eso está fomentando una carrera armamentística, con países que aspiran a hacerse con armas nucleares». Los que le escuchaban parecieron quedarse estupefactos ante su franqueza. Habría que preguntarse por qué.
Las críticas de Putin a la política exterior norteamericana no son más que la opinión general en toda Europa y en los mismísimos Estados Unidos. En una encuesta realizada vía internet por la CNN, con 124.000 participantes, un 73% se mostraba de acuerdo con Putin en que «la política exterior de Estados Unidos está alimentando una carrera de armas nucleares». Las caras largas de muchos de los mandatarios europeos presentes pueden explicarse probablemente por el hecho de que oyen las mismas opiniones, que las expresadas por Putin, en las sobremesas de su casas. Las oyen mientras se esfuerzan por volver a vender las relaciones transatlánticas a sus votantes escépticos, entre el escándalo de los vuelos de la CIA, que cada día que pasa produce más bochorno, y una OTAN que algunos creen que debería sustituir a Naciones Unidas, y que se niega a condenar la prisión de Guantánamo. Añádase a todo esto que EEUU parece estar preparando lo que los expertos militares están unánimemente de acuerdo en considerar que sería un ataque desastroso contra Irán.
El diario The New York Times ha publicado unas acusaciones de «fuentes anónimas» del Pentágono que culpan a Irán de suministrar armas a los insurgentes de Irak.
El periódico afirma que «parece probable que [las acusaciones] generen escepticismo entre quienes sospechan que el Gobierno Bush pretende encontrar a alguien que pague el pato por sus problemas en Irak y que quizá pretende, incluso, ir preparando el terreno para la guerra con Irán».
El New York Times cita también las palabras de un portavoz del ministro iraní de Asuntos Exteriores, según el cual, «tales acusaciones no resultan creíbles en absoluto ni pueden presentarse como prueba. Estados Unidos cuenta con una larga historia de fabricación de pruebas falsas». Todo esto suena a sabido.
La decadencia ha sido definida a la perfección como el hacer las cosas de una determinada manera porque siempre se han hecho de esa manera, sin saber, ni entender, ni preocuparse siquiera de por qué se hacen así y con independencia de sus resultados. Nadie ha expresado mejor que el veterano analista William Pfaff hasta qué punto es aplicable esta definición a la política exterior de Estados Unidos: «Cualquiera podría pensar que la clase política y la opinión pública norteamericanas están convencidas de que la guerra es el camino hacia el éxito de la nación, cuando la experiencia bélica norteamericana, desde el alto el fuego de Corea en 1953 hasta la actualidad, demuestra lo contrario».
|