Sábado, 17 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6271.
ÚLTIMAS NOTICIAS TU CORREO SUPLEMENTOS SERVICIOS MULTIMEDIA CHARLAS TIENDA LOTERÍAS
Primera
Opinión
España
Mundo
Economía
Motor
Deportes
Cultura
Comunicación
Última
Índice del día
Búsqueda
 Edición local 
M2
Catalunya
Baleares
 Servicios 
Traductor
Televisión
Resumen
 de prensa
Hemeroteca
Titulares
 por correo
 Suplementos
Magazine
Crónica
El Cultural
Su Vivienda
Nueva Economía
Motor
Viajes
Salud
Aula
Ariadna
Metrópoli
 Ayuda 
Mapa del sitio
Preguntas
 frecuentes
La justicia, aunque anda cojeando, rara vez deja de alcanzar al criminal en su carrera (Horacio)
 OPINION
ZOOM
Pavor a la Audiencia
JAVIER ORTIZ

Cuando lo oí me quedé de piedra. Sabía que toda la acusación contra Rabei Osman el Sayed, al que llaman Mohamed el Egipcio, se basa en unas grabaciones magnetofónicas. Lo que no sabía es que el juez de la Audiencia Nacional que instruyó el sumario por los atentados del 11-M en Madrid nunca ordenó que el procesado fuera sometido a una prueba pericial de reconocimiento de voz. De modo que su defensa puede aferrarse -y se aferrará- a lo que el propio acusado declaró en la primera sesión del juicio: «Esa voz no es la mía». Y la Audiencia Nacional no tiene pruebas propias de que lo sea. La base de la acusación procede de Italia, pero la legislación italiana y la española difieren en cuanto a la validez procesal de ese tipo de grabaciones.

Confieso que la Audiencia Nacional me da pavor. Hacen legión las causas que ha malogrado por culpa de sus constantes yerros, puestos luego en evidencia por el Tribunal Supremo. No lo digo por decir: acabo de leer que el TS revoca hasta el 38% de las sentencias que emite la Audiencia Nacional, frente a sólo el 3% de las de otras procedencias. ¡El 38%!

Me temo que esa más que peculiar instancia judicial esté sobrada de jueces arrogantes, acostumbrados a los modos expeditivos. Ahí está el caso de la jueza Angela Murillo, al frente de la vista oral del sumario 18/98, que llegó a decir, cuando un abogado citó una sentencia del Tribunal de Estrasburgo: «¡Estrasburgo me da igual!». No le va a la zaga en salidas de tono su colega Alfonso Guevara, quien, cuando en un juicio los defensores del acusado alegaron que el caso estaba contaminado por un vicio de forma inicial, respondió, encantado de ser tan ocurrente: «Aquí nadie se contamina si no es por el aire». No tardó el Tribunal Supremo en dar la razón a la defensa, revocando la sentencia y poniendo en libertad al acusado, que llevaba ya cuatro años en prisión gracias al concurso de otra jueza, Teresa Palacios, que se encargó de instruir el sinsentido.

No me convence tampoco, ni poco ni mucho, la desenvoltura con la que actúa el magistrado que preside el juicio del 11-M, Javier Gómez Bermúdez, al que no se le ve nada afectado por el tortuoso camino que ha tenido que transitar para llegar al cargo. Aunque, para desenvoltura, la de su oponente Baltasar Garzón, últimamente especializado en dar tumbos doctrinales en la consideración de la izquierda abertzale, excursión en la que no le acompaña, sino todo lo contrario, quien fuera su sustituto temporal, el inefable -ya que no infalible- Grande-Marlaska, con k de kiosco.

El historial de patas de banco y pifias de la Audiencia Nacional es realmente extenso, como saben cuantos han seguido sus pasos de cerca. Habrá que confiar en que esta vez se moverá con pies de plomo. Porque no sería el del 11-M el primer macroproceso que conduce al desastre.

recomendar el artículo
portada de los lectores
copia para imprimir
Información gratuita actualizada las 24 h.
 SUSCRIBASE A
Más información
Renovar/Ampliar
Estado suscripción
Suscríbase aquí
Suscripción en papel
  Participación
Debates
Charlas
Encuentros digitales
Correo
PUBLICIDAD HACEMOS ESTO... MAPA DEL SITIO PREGUNTAS FRECUENTES

elmundo.es como página de inicio
Cómo suscribirse gratis al canal | Añadir la barra lateral al netscape 6+ o mozilla
Otras publicaciones de Unidad Editorial: Yo dona | La Aventura de la Historia | Descubrir el Arte | Siete Leguas

© Mundinteractivos, S.A. / Política de privacidad