Una tarde de esta semana, Sylianne Stella seleccionó unas cuantas fotos de las películas en las que había trabajado su ex marido José Luis de Vilallonga, desde Desayuno con diamantes, a La escopeta nacional. Y otras imágenes de la esplendorosa vida social del aristócrata y su esposa en las fiestas de París o Montecarlo. Y las llevó a la habitación donde José Luis pasa en cama la mayor parte del tiempo. Acaba de cumplir 88 años y tiene molestias en la espalda que le quitan las ganas de moverse demasiado. Al verlas, el escritor comentó con cierta nostalgia, «casi todos se han muerto ya... Fíjate, Fellini, Audrey Hepburn, Grace Kelly, Luis Escobar...».
José Luis de Vilallonga se ha instalado en una casa en el pueblo de Andraitx, en Mallorca, justo enfrente de la que compartió varios años con su segunda mujer, Sylianne, y con Fabrizio, hoy de 35 años, el hijo que siempre consideró como suyo porque cuando unió su vida a la de la madre, el niño tenía sólo tres años.
SIN ESCRIBIR.
Su hermana Toni Vilallonga, que vive en Barcelona y les ha visitado estos días, se ha ocupado de que tenga esta casa y una señora que le cuide. A Sylianne, la ex muchos años enfrentada, le corresponde todo lo demás. Que esté bien atendido, que coma bien, que esté contento, que se anime haciendo bromas del pasado y de que su cuarto no parezca una habitación de hospital. El marido actual de Sylianne, el pintor Jorge Bascones, le hace también mucha compañía y toma algunas notas al dictado, quizá para algún libro o artículo que José Luis ya no puede escribir.
En cambio, las visitas de su hijo Fabrizio son prácticamente inexistentes. Toda una paradoja. Después de 25 años de feliz matrimonio, Vilallonga y Sylianne acabaron hace 12 años en una separación muy polémica en la que el marqués de Castesbell, grande de España, dijo cosas tan fuertes como injustas de su mujer, bastante crítica también hacia algunos comportamientos de su hijo. El escritor tomó partido sin reservas por Fabrizio y contribuyó a profundizar aún más las diferencias con su madre.
Después del divorcio, el aristócrata vivió con su hijastro entre Mallorca y Barcelona y dejó que Fabrizio administrara sus finanzas y se ocupara de sus contratos editoriales y de prensa. Sin embargo ahora que no hay ingresos, el hijo que consideraba a José Luis de Vilallonga su verdadero padre, parece que le ha dado la espalda. En cambio el afecto y la bondad de su familia y de su anterior mujer, a la que tanto atacó, le han salvado de la soledad y el desamparo.
«Qué remedio», asegura Sylianne, «lo hago por los 25 felices años que hemos pasado juntos. Además, es una persona que pide perdón y reconoce sus errores, pues ya está».
Estas Navidades en un hotel de Punta Cana, en la República Dominicana, donde Fabrizio estaba de vacaciones con su segunda esposa, una mallorquina de familia adinerada y sus hijos, alguien le preguntó por la salud de su padre «que estará regular siendo ya tan mayor», le dijeron.
«¿Mayor mi padre? No, Michel Pastor tiene 64 años y está fenomenal. Si te refieres a José Luis, no es mi padre y apenas le veo, no me interesa demasiado», contestó el hijo de pon y ahora quita del escritor.
Y es que Fabrizio tiene ahora una magnífica relación con Michel Pastor, su padre biológico, un multimillonario de Montecarlo dedicado a la construcción, que pasa por ser un personaje de gran poder e inmensa fortuna.
EN LA CALLE.
Sylianne Stella rompió su matrimonio con el riquísimo (y aburrido) emprendedor para unirse al aristócrata español, mucho más divertido y con una vida más atractiva que la que ofrecía el encorsetado Principado de Mónaco. A Pastor le sentó mal el abandono de su esposa y peleó por la custodia del niño, pero Fabrizio prefirió quedarse con Vilallonga.
El escritor le cuidó como un hijo, le hizo compartir una vida de bienestar y de riquezas y pagó su educación en los mejores colegios de Europa, con una devoción que no tuvo en cambio para los hijos de su primer matrimonio.
Hace sólo unos meses, Vilallonga declaraba, «Fabrizio es la persona más importante de mi vida, es mi hijo, era un recién nacido cuando le cogí. No le he soltado más y él a mi tampoco».
Pocos meses después, José Luis, magnífico escritor pero pésimo administrador de sus dineros, se encontró prácticamente en la calle, en tierra de nadie. Por eso ha vuelto donde solía. Al afecto de la gente de bien. Cría cuervos...