Hace siete años, una fábrica de harina del pueblo segoviano de Turégano se convertía en un museo dedicado a las más variadas criaturas celestiales. Lucía Bosé, que el jueves recibió la Medalla de Oro del Ateneo de Madrid, cumplía el sueño de reunir a un centenar de ángeles de la más variada condición, algunos de gran valor histórico y artístico. Hoy, la actriz ha cerrado este paraíso terrenal, harta de la indiferencia de las autoridades.

PREGUNTA.- Finalmente, parece que ha tirado la toalla.

RESPUESTA.- Es que me he quedado sin un duro. Lo que tenía lo he invertido todo en este museo que abrí sin ninguna ayuda del ayuntamiento de Turégano ni de la Junta de Castilla y León. Luego, les hemos pedido ayuda para mantenerlo y todo eran promesas pero nunca nos han dado nada.Yo me he gastado todos mis ahorros en el museo.

P.- ¿Y no empezó todo porque dijo usted que el pueblo olía a cerdo?

R.- Pero eso fue hace 10 años, no se puede ser tan rencoroso y acordarse de ese comentario toda la vida. Por otra parte era verdad, no había más que darse un paseo por las calles. Pero yo lo que quería era que el pueblo mejorara su imagen, que estuviera estupendo para recibir visitantes, que hubiera una cierta armonía entre los ángeles y el aire de la calle.

P.- ¿Y más arriba, las autoridades de la Junta no querían a una actriz famosa promocionando el turismo en su tierra?

R.- Prometían y prometían, pero nada. ¡Si es que se creían que esto eran sólo dos habitaciones, no han querido ni conocerlo. Mis dos colaboradores, una gente estupenda, y yo, hemos querido hacer una fundación y hemos organizado para financiarnos una exposición con cerámicas y cosas de Picasso, que ya ha recorrido muchos países. Pero ya la ha visto todo el mundo, con eso sólo no bastaba.

P.- Por eso ha vuelto usted a trabajar en lo suyo, el cine.

R.- Bueno, este verano he hecho una película en Italia, Los virreyes, pero yo ya no quiero hacer más cine, no me interesa, ya me toca descansar.

P.- Estos días más que de ángeles, todo el mundo habla del negro futuro de la Tierra.

R.- A mí, el cambio climático me importa un bledo. Son los hombres los únicos responsables del desastre. Allá ellos con lo que han hecho y lo que van a dejar a los que vengan detrás. A mí nadie me puede quitar el tiempo que he disfrutado de un país tan bonito como éste.