Domingo, 18 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6272.
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 CULTURA
De ferias y subastas

Desde su popularización hace 20 años, el del arte es un mercado como cualquier otro, más obligado y dirigido al consumo que al sentido de la cultura. Es un mercado de artículos de lujo, y sus gerentes lo son también de la etiqueta de diseño y de glamour. La frescura del mercado y la proveniencia tienen tanto interés en el precio final como la cualidad de la obra en sí. Pero el comprador no debe olvidar que la cualidad de la pieza es independiente de la literatura que le vendan sobre ella ni que el primer mandato debe ser su propio gusto y no la inversión económica.

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En febrero, aún no se deja ver el nuevo mercado del año, pero es el mes del ritual de la sociología del arte española, Arco, que se clausura mañana. Las subastas de otoño e invierno han pasado ya; también las de comienzos del año de joyas, que, junto a las de muebles de firma y las de pintura impresionista, son las que cosechan las grandes cifras del sector.

El horizonte se le ha puesto a Arco un poco más oscuro: una nueva feria de arte apareció en 2002 en Montecarlo y la Feria de Bolonia (26-29 enero) está empujando fuerte, aparte de que las dos grandes casas de subastas, Christie's y Sotheby's, presentan importantes citas la primera semana de febrero.

El arte ha sido y es un lenguaje internacional. Y el mercado del arte ha mantenido y buscado esta internacionalización. Ahora se ha llegado a la globalización, no con las ferias sino especialmente con las subastas y con internet, lo que no va en contra de las particularidades de algunos mercados. Los obstáculos derivados de las fronteras históricas están desapareciendo. Eso quiere decir, para los galeristas nacionales, que las barreras que los protegían de la competencia están desapareciendo. Los dealers -galeristas- o son totalmente de provincias o son ya internacionales por definición.

La consideración del arte como inversión económica comenzó de una manera estable el pasado siglo, con los marchantes de cuadros. En los últimos 25 años, sin embargo, el mercado se ha consolidado financieramente y ha pasado a ser considerado como merecedor de fuertes inversiones, dadas las (supuestas) altas plusvalías que las obras artísticas llegan a ofrecer. Nunca las artes plásticas habían sido objeto de precios tan espectaculares, lo que ha contribuido a establecer un mercado del arte bien diferente al de décadas y siglos anteriores.

Comparado con las industrias del automóvil o de los cosméticos, el negocio del arte no es nada. Sin embargo, concede un prestigio, un aura de religiosidad que sólo la cultura puede dar al nuevo rico. En cualquier caso, estamos hablando de un volumen de 26,7 mil millones de euros en 2001, que, sin embargo, se concentra en un círculo bastante cerrado.

Los 13 cuadros más caros del año 2000 estuvieron en manos de Christie's y Sotheby's: seis posiciones cada una y Philips una. El lugar de las grandes subastas sigue siendo Nueva York.

A principios de noviembre de 2006, el cuadro Number 5 (1948), de Jackson Pollock, se vendió en 110 millones de euros al productor de cine David Geffen. Una abstracción de Willem de Kooning Untitled XXV (1977) se vendió en 107,1 millones euros en Christie's el 15 noviembre de 2006, la obra más cara de la posguerra. En junio, Ronald S. Lauder había pagado 107 millones euros por el retrato de Adele Bloch-Bauer, de Gustav Klimt. Claro que Picasso sigue teniendo dos cuadros en el top ten de ventas y también es el primero en movilidad de parqué: en 2005, se vendieron 1646 obras de Picasso y 730 de Warhol.

El perfil monolítico del mundo del mercado del arte está, pues, cambiando, debido a la crisis de las casas de subastas al ser denunciadas por prácticas de monopolio, aunque han reaccionado rápidamente y se han recuperado como serios lugares de mercado. Además, está la clarificacion de los precios que ha supuesto internet, tanto para los especialistas como para los amateurs. Tampoco puede olvidarse la incorporación de coleccionistas de países como India, Rusia y China.

Por otra parte, el mercado germano está adquiriendo una gran importancia en relación a la pintura internacional. Además de visitar las galerías suizas (Beyeler, Krugier), los estadounidenses compran cada vez más en las subastas alemanas.

Y conviene subrayar que el mercado del arte internacional ha dejado de estar asesorado por amateurs y galeristas para entregarse a los especialistas de prestigio, a historiadores del arte con una buena base académica. Hay bancos que tienen equipos de trabajo en el mundo del arte, como el Citigroup Nueva York. Igualmente, tienen consultores profesionales (es decir, de historiadores del arte y no aficionados) el Deutsche Bank, ABN Amro y la USB (Unión de Bancos Suizos).

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