REAL MADRID 0
REAL BETIS 0
Casillas
Sergio Ramos
Helguera
Cannavaro
Torres
Emerson
Gago
Beckham
Guti
Robinho
Van Nistelrooy
Cambios: Raúl por Gago (min. 46)
Reyes por Robinho (min. 60)
Marcelo por Ramos (min. 75)
s.c.
Doblas
Ilic
Melli
Nano
Vega
Miguel Angel
Juande
Pancrate
Capi
Fernando
Sobis
Cambios: Rivera por Capi (min. 46)
Robert por Sobis (min. 64)
Isidoro por Ilic (min. 85)
s.c.
Arbitro: Muñiz Fernández
Tarjetas amarillas: Gago, Juande, Robinho, Nano, Sobis, Helguera, Guti, Van Nistelrooy
Tarjetas rojas: Beckham (min. 94).
S. BERNABÉU. 60.000 ESPECTADORES.
MADRID.- No hay solución. En realidad no la hay desde que a algunos lumbreras se les ocurrió contratar a un tipo como Fabio Capello para dirigir a un club con la historia del Madrid. Curiosamente, la legión de capellistas, una siniestra caterva que hablaba de disciplina, trabajo, sudor y otros lugares comunes, ha adelgazado desde que el italiano apareció en verano como un mesías que triunfaría amparado en una política simple y clara: quitar a los buenos, fichar a los malos y transigir con algunos regulares. Ayer, la cadena de despropósitos se mantuvo. Empate a nada con el Betis. Miseria y asco en el Bernabéu.
Nunca habló de fútbol Capello, sólo de sangre, sudor y lágrimas. Como el Bernabéu no es Iwo Jima, la afición se aburre, el Madrid languidece, la vulgaridad se instala y los menores que aplaudían el ostracismo de Beckham o la marcha de Ronaldo no tienen nada que decir ante el desastre que firman semana a semana tipos como Cannavaro, Emerson o Van Nistelrooy, la tumba de una filosofía, la tumba del Madrid. El Betis, que jugó mal, mereció los tres puntos. Ante un Madrid de transición habría caído por goleada. Pero este Madrid es de liquidación, derribo y dimisión. Sí, hubo una roja perdonada por el ábitro tras un codazo de Juande a Robinho, pero un grande habría solventado la cuestión con tres goles y un bofetón. Ahora sólo hay quejas y ruina.
A la espera de que lo echen, pese a que su presidente dijo que «es Dios», Capello se dedica a cambiar alineaciones, rotar sin sentido y mantener su apuesta básica: que no le metan ningún gol y que nadie juegue al fútbol. La insistencia en presionar, defender y correr, por encima de la idea principal, que debía ser la de jugar con un balón, ha limitado a todos aquellos que podrían inventar o divertir. Guti apareció como enganche, repartió un par de pases, pero acabó oculto bajo la mediocridad de un equipo en el que nadie se ofreció ni anticipó un miserable desmarque. A Robinho le han dicho que triunfará si persigue al lateral rival y se ha olvidado de driblar, amagar y crear. Y la revolución juvenil de diciembre se ha quedado en nada. Higuaín ya ni juega y Gago se fue tras el descanso con una tarjeta y poco fútbol.
El Madrid pareció manejar el partido en el arranque, pero como no tiene fútbol ni inventiva ni bandas ni toque ni nada, fue languideciendo. Se aferró a las arrancadas de Ramos, a dos detalles de Guti y a un remate de Van Nistelrooy, una de las dos acciones potables de un holandés que vive y come sano, que no peca ni bebe, pero que no le llega a Ronaldo a la suela de las botas. En la segunda parte estrelló un balón en el larguero. Fue la única ocasión del Madrid durante ese periodo. El Betis, ordenado y aburrido, coleccionó tres llegadas ante Casillas, el mejor, el de las manos imposibles. Pasan las jornadas, el Madrid bate récords negativos, la afición saca los pañuelos al presidente que ha creado este bodrio y Beckham acaba expulsado porque está tan desquiciado como toda una institución quebrada.
El Betis, que hace tres semanas se clasificó en la Copa con un puñado de suplentes frente a este Madrid en el que nadie se mueve y el venerable Emerson sigue siendo titular, apenas sufrió. Empezó tímido y a la defensiva, pero tras el descanso pareció convencido de que hasta podía ganar. Salió Rivera, de largo, su mejor centrocampista, también Robert, y el balón se tiñó de verde. Se jugó siempre en campo del Madrid, que tuvo que buscar la contra. Nunca hubo más de tres jugadores por delante del balón, Doblas vivió en paz, Casillas se encomendó a sus reflejos y al palo tras un cabezazo de Fernando y el empate fue reflejo de un partido plano y siniestro, como este Madrid contruido con los pies.
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