J. ALCAIDE
No se puede decir que sea la octava maravilla del mundo ni que su fútbol vaya a aparecer dentro de unas décadas en el panteón de los grandes recuerdos como el del Brasil del 70, el Madrid de Di Stéfano o el Ajax de Cruyff. Pero el caso es que el Inter de Milán, el habitual Pupas de la Liga italiana, el equipo que no ganaba un Scudetto desde 1989 (al margen del que se le regaló en los despachos el pasado año por el escándalo de Luciano Moggi y la Juventus) acumula ya 16 victorias consecutivas. Una marca que supera el registro de 15 triunfos cosechado por el Madrid en la campaña 60-61 y por el Bayer Múnich, a caballo entre las temporadas 04-05 y 05-06.
El Inter no va a esperar este año a decisiones de los tribunales para proclamarse campeón. Tiene el título en el bolsillo porque ya aventaja en 14 puntos a la Roma. Las casas de apuestas ya no pagan dinero a aquéllos que pretenden jugar por un Inter campeón de Liga. No tiene sentido. Es como apostar que el Barcelona ganará la Liga de Campeones del pasado año.
No fue excesivamente atractivo el partido del récord. Como en la mayoría de encuentros anteriores, el equipo dirigido por Roberto Mancini economizó esfuerzos. Se adelantó con un gol del argentino Burdisso (en este equipo en racha ya marca cualquiera) y se dejó llevar. El Cagliari no inquietó y el encuentro se fue muriendo. Es el estilo del Inter, del que debe tomar nota el Valencia.
Como en fútbol todo es relativo, Mancini ha alcanzado esta plusmarca apenas unos meses después de que se planteara su destitución. El titubeante arranque de su equipo en la competición europea provocó las sospechas de Massimo Moratti, el propietario del club. Perdió sus dos primeros partidos, con el Sporting de Lisboa y el Bayern, y todo pareció irse a pique. Sin embargo, la paciencia sirvió para que el equipo se estabilizara. En Italia ya no tiene rival. Y en el campo tiene a Ibrahimovic, el hombre diferente, el que se sale del molde e inventa. Suficiente.
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