Domingo, 18 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6272.
ESPAÑA
 
Mata a su mujer, a su madre y a su hijo, ataca a sus dos hijas con un hacha y al fin se suicida
Las jóvenes, a las que el parricida buscó en su casa tras conducir 25 kilómetros, están hospitalizadas «Gregorio tenía ganado el cielo por cómo cuidaba a su familia», dicen en el pueblo sobre el homicida
BLANCA BERMEJO / LIDIA YANEL. Especial para EL MUNDO

TALAVERA.- Nadie podía sospechar, al recoger el cuerpo sin vida de un hombre de 59 años en la calle Conde de Peromoro de Talavera de la Reina (Toledo), la terrible historia que escondía. Gregorio R. R. diezmó ayer a su propia familia, la de los Culebras. Mató de madrugada, al parecer con un hacha, a su mujer, a su hijo David, y a su propia madre, Salvadora, en El Real de San Vicente donde vivían. Después se fue a Talavera con intención de hacer lo mismo con sus hijas, Eva y María. Sólo consiguió herirlas de gravedad y luego se suicidó arrojándose al vacío desde un noveno piso.

El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 4 de Talavera ha ordenado el secreto de sumario, por lo que no han trascendido detalles acerca de cómo han aparecido los cadáveres.

Fuentes de la investigación han precisado que el cuerpo de Gregorio se encontró a las 7.00 horas pero no fue hasta pasado el mediodía cuando se descubrió a las hijas, ambas con herida inciso-contusa en la cabeza. Fueron ingresadas en el Hospital Nuestra Señora del Prado de Talavera, donde continúa la mayor -Eva R. C., de 25 años- con pronóstico leve, mientras que la pequeña -María R. C., de 22 años- fue trasladada al Hospital Virgen de la Salud de Toledo y se encuentra en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).

Fue la Policía Local de Talavera la que halló el cadáver del parricida y, tras identificarlo, intentó contactar telefónicamente con su familia. Al no conseguirlo, agentes de la Guardia Civil se desplazaron a última hora de la mañana a El Real de San Vicente -a 25 kilómetros de Talavera- y un pariente se ofreció a acompañarles para identificar el cadáver de Gregorio.

Al llegar a la calle Conde de Peromoro de Talavera, este familiar reconoció en el lugar el coche del fallecido y dijo a los agentes que dos hijas vivían en un noveno piso de un bloque cercano. Cuando los agentes acceden al domicilio, encuentran a las dos hijas heridas. El tremendo hallazgo les hace volver a desplazarse a El Real de San Vicente donde se dirigen a la vivienda familiar. Allí estaba por descubrir la peor parte de la tragedia: los cuerpos sin vida de la madre, la esposa y el hijo del parricida.

La noticia se conoció en El Real de San Vicente pasado el mediodía y el Ayuntamiento acordó de inmediato suspender los carnavales, que estaban a punto de comenzar, y decretar tres días de luto.

«Estamos consternados, nadie se explica cómo ha podido pasar», contaba una vecina de la familia de Los Culebras, como apodaban a los fallecidos. «Eran del pueblo de toda la vida y decíamos que Gregorio tenía el cielo ganado por cómo había cuidado a su madre y a su hermana y se había ocupado de toda la familia».

El testimonio de los vecinos es generalizado: el panorama en casa de Gregorio era desolador y «tenía una carga muy grande». Su mujer estaba enferma de las piernas y apenas salía de casa; su madre padecía alzheimer; su hijo David, depresiones, y hace sólo unos meses murió, por problemas renales, una hermana de la que había cuidado durante años. El parricida también había sufrido depresiones y era «muy reservado».

«Gregorio tenía depresiones e incapacidad laboral, su padre también estaba mal de la cabeza; incluso su bisabuela dicen que estaba como ida», comenta otra vecina. Añaden que cuando murió su hermana se hizo cargo de la madre: «La lavaba, la peinaba, la daba de comer, la trataba muy bien, como trató a su hermana. También hacía la compra porque su mujer no salía apenas de casa».

Cuando la Guardia Civil y los bomberos llegaron a El Real de San Vicente encontraron la casa familiar -situada en la Travesía del Cementerio- cerrada con llave, por lo que tuvo que entrar un efectivo de bomberos por una de las ventanas y vio que había «varios cadáveres» en su interior. Se procedió a acordonar la zona mientras se esperaba la llegada del equipo judicial.

Sobre las 19.00 horas se produjo el traslado al Instituto Anatómico Forense de Toledo de los cadáveres de Salvadora R. A., de 91 años; J. C. I., de 62 años, y David R. C., de 27 años. El cuerpo del parricida, por su parte, fue llevado al depósito del cementerio de Talavera a la espera, también, de practicarle la autopsia.

Los vecinos insisten en que Gregorio «se había cansado de luchar» por su familia. La tragedia debió ocurrir durante la madrugada porque David se despidió de algunos amigos a la 1.15 horas del sábado, para marcharse a su casa, y el cuerpo del padre fue hallado a las 7.00 horas, ya en Talavera de la Reina.

El pueblo está conmocionado y no se explica lo sucedido «porque eran buenas personas y merecen respeto a su memoria», según matiza una de las vecinas.

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