¿Quién dijo que la gente ya no se moviliza por nada? Decenas de miles de personas (70.000 según la Policía, 200.000 según los organizadores) procedentes de todos los rincones de Italia se manifestaron ayer en Vicenza contra la ampliación de la base militar estadounidense situada a las afueras de esta población del norte de Italia.

Y, de paso, propinaron un doloroso tirón de orejas al Gobierno de centroizquierda que lidera Romano Prodi y que, en contra de la opinión de varios de sus miembros y de buena parte de sus electores, ha dado vía libre para que la base americana de Vicenza duplique su superficie y pueda acoger a 4.000 militares estadounidenses, frente a los 2.750 soldados que alberga ahora mismo.

A pesar de que el Ministerio del Interior había desplegado en Vicenza fortísimas medidas de seguridad ante la posibilidad de que extremistas y radicales se infiltraran en la protesta y la marcha acabara degenerando en batalla campal contra las fuerzas de seguridad; a pesar de que la embajada de EEUU había hecho un llamamiento a sus ciudadanos para que no se dejaran ver por esta localidad ante el peligro de que pudieran convertirse en blanco de la ira de los manifestantes más violentos, no hubo nada de eso. La manifestación discurrió de manera ordenada y cívica, pero con una fuerte carga crítica.

Guerra, matanzas, torturas... Esa es la base de vuestra democracia, proclamaba un rótulo enorme. Italia: deja de apoyar las guerras de Bush, solicitaba pancarta en mano un grupo de estadounidenses, autodenominados Ciudadanos americanos por la paz. Prodi: escucha a tus bases, rezaba el cartel que empuñaba un joven barburdo.

Vosotros sois los verdaderos terroristas, libertad para los revolucionarios, se leía en un letrero, en clara alusión a los 15 presuntos miembros de una nueva célula de las Brigadas Rojas desarticulada el pasado lunes. Soy vicentino, comunista y pacifista, y me siento profundamente desilusionado por este Gobierno, rezaba la proclama que un abuelete cargaba a sus espaldas.

Porque, por encima de todo, la manifestación de ayer servía para poner una vez más en evidencia las graves diferencias internas que acosan al Gobierno de Romano Prodi, y que la base de Vicenza no ha hecho más que agudizar. De hecho cuando a principios de mes se presentó a votación en el Senado la moción para la ampliación de la base, la misma salió adelante sólo gracias a que contó con el apoyo de la oposición, ya que varios representantes de la coalición de centroizquierda votaron en contra.

Y ese no es el único bochorno que ha tenido que encajar Il Professore a propósito de la base americana. Un par de señores ministros anunciaban a principios de semana su participación en la manifestación de ayer: Alfonso Pecoraro Escanio, ministro de Medio Ambiente y líder de Los Verdes, y Paolo Ferrero, ministro de Solidaridad por las filas de Refundación Comunista.

Desde India, donde ha pasado buena parte de esta semana en visita oficial, Prodi se veía obligado a intervenir para poner orden: «El Gobierno no se manifestará contra si mismo», sentenciaba tajantemente. Dicho lo cual, los dos ministros daban marcha atrás y anunciaban que no acudirían a la manifestación, aunque dejando claro su apoyo. Pero aunque ayer en Vicenza no hubo ningún miembro del Ejecutivo, sí que estuvieron presentes numerosos representantes de partidos que integran la coalición de Gobierno: ondearon al viento banderas de la Margarita (un partido moderado y de raíces cristianas), de Demócratas de Izquierda (el mayor partido de la izquierda), de Refundación Comunista, del Partido Comunista Italiano... «El Gobierno Prodi debe tener en cuenta al pueblo de la paz, que es buena parte de su electorado», afirmaba por ejemplo Oliviero Diliberto, secretario general del Partido Comunista Italiano, mientras participaba en la manifestación. «Es cierto que existen diferencias, pero el Gobierno no caerá por una base americana», añadía.

Sin embargo, la base americana no es el único asunto relacionado con EEUU que divide al Gobierno. La misión de paz que el país trasalpino mantiene en Afganistán también levanta ampollas. Y otro tanto sucede con la extradición solicitada por la Fiscalía de Milán de los 26 agentes de la CIA acusados del secuestro del imán Abú Omar, y que el Ejecutivo se resiste a firmar.