Domingo, 18 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6272.
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 NUEVA ECONOMIA
Una complicada herencia
TOM BURNS MARAÑON

Se dice que todas las carreras políticas acaban en llantos y sollozos. Que se lo pregunten a Felipe González y a José María Aznar. La excepción que confirma la regla es el carrerón de José María Cuevas, un político habilidoso como ninguno. No se me ocurre otra persona salvo él que, habiendo estado tanto tiempo en el ojo del huracán, haya conseguido marcharse a su casa rodeado de tanto reconocimiento y cariño. Dicen que le echarán de menos sus adversarios, los sindicatos, y, lo que es más sorprendente, también los suyos, siendo éstos los que le siembran a uno la espalda de navajazos a la hora de jubilarse. Hasta los catalanes de Fomento de Trabajo, tan molestos el año pasado por las críticas de Cuevas a la OPA de Gas Natural por Endesa, han aplaudido con las orejas. ¿Cuál ha sido el secreto de este capo de los empresarios? Los bajitos suelen ser agresivos como lo fue Napoleón. Cuevas, excepción de tantas reglas, es, a tenor de las loas, conciliador hasta decir basta. Es natural que Gerardo Díaz Ferrán se mire en el espejo de Cuevas, prometa diálogos constantes, fluidos y constructivos y -qué mejor prueba puede haber de continuismo- dice que mantendrá todo el equipo de su antecesor. Me llama la atención, sin embargo, que, en sus primeras declaraciones, Díaz Ferrán reflexionó sobre reformas de la Ley Laboral y retoques al Estado de Bienestar, proyectos que se abordarán, eso sí, paulatinamente y evitando brusquedades. ¿De verdad quiere el nuevo presidente de la CEOE impulsar una nueva cultura de mercado abierto y de competitividad? Díaz Ferrán sabe mucho de esto como exitoso empresario que es. Pero si, pasado un tiempo razonable, decide coger este particular toro por los cuernos, la bronca está asegurada. No es fácil suceder a un histórico conciliador cuando hay tanto por hacer.

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