Domingo, 18 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6272.
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En un Estado totalitario se ocultará a la gente todo lo que pueda crear descontento (Friedrich Hayek)
 OPINION
DOS EN LA CARRETERA
De cómo Él cuestiona la legitimidad del Estatuto catalán y Ella anuncia la nueva marca de Batasuna
LUIS MARIA ANSON. CAYETANA ALVAREZ DE TOLEDO

Este intercambio epistolar comienza hoy con Él preocupado porque el Constitucional supere los acosos y se pronuncie sobre la inconstitucionalidad de varios artículos del Estatuto catalán, y menciona que Ortega y Gasset ya anticipó todo esto. Ella relee a Ortega y se sorprende de que, pasado el tiempo, sus observaciones siguen siendo válidas. Él se refiere después a la trampa de una autonomía País Vasco-Navarra y Ella le habla de Batasuna en las elecciones con otras siglas. Al final, no se ponen de acuerdo: Él le recomienda que vaya a Arco y ella prefiere los carnavales canarios.

CUANDO NO VOTA LA MITAD DEL ELECTORADO

Querida Cayetana...

No es lo mismo legalidad democrática y legitimidad democrática. En la inmensa mayoría de las naciones, para que un referéndum sea vinculante, se exige que al menos el 50% del electorado acuda a las urnas. Por debajo de esa cifra el resultado no tiene fuerza legal. La exigencia de un mínimo de votantes es una cuestión de legitimidad democrática. En donde no se exige el 50% de electores, el resultado de un referéndum será legal pero carecerá de auténtica legitimidad democrática.

Sin entrar en el fondo de la cuestión, el «sí» en favor de un aborto limitado triunfó claramente en Portugal. Pero como sólo acudió a las urnas el 43% del electorado, el resultado no tiene validez legal, porque democráticamente no es aceptable que un referéndum no alcance el 50% de votantes.

En el verano del 2005, la encuesta más rigurosa demostraba que una reforma del Estatuto de Cataluña sólo interesaba al 4% de los electores. Tras un año de parafernalia publicitaria, la convocatoria, apoyada por el Gobierno catalán y por casi todos los partidos, no convocó ni al 50% de los votantes. El resultado fue legal porque en España no se exige que al menos la mitad del electorado vote. Pero no podemos encuadrar el Estatuto de Cataluña en la legitimidad democrática.

Hay una cosa clara, sin embargo, Cayetana. El Estatuto no interesaba a los catalanes pero sí a la clase política de aquella región española, que quiere mandar cada vez más. Por eso redactó un Estatuto intervencionista y totalitario. Por eso lo consideró, durante toda la abrupta negociación, sólo como un paso para la independencia, porque en la independencia la clase política catalana todavía mandará mas, aunque el bien común de los catalanes salga perjudicado. La más alta inteligencia del siglo XX español, José Ortega y Gasset, anticipó todo esto en su debate con Azaña durante la II República. Ahora corresponde al Tribunal Constitucional superar los acosos de politización y pronunciarse sobre la inconstitucionalidad de varios artículos del Estatuto, que, de seguir adelante, contribuirá a transformar en poco tiempo la España de las Autonomías en una España confederal para que, a continuación, se produzca la balcanización de nuestra nación.

Querido Luis María...

Te empeñas en desmentir a Pérez Royo, que, en un artículo sutilmente titulado Golpe de Estado, proclamaba hace unos días que la aprobación del Estatuto catalán «ha sido el proceso de legitimación democrática de una norma de mayor intensidad de nuestra historia democrática». La repetición es suya. El golpe de Estado es del PP, al solicitar la recusación de Pérez Tremps. Para avalar tan original tesis, el prestigioso catedrático sevillano nos recordaba que «a pesar de la campaña en contra del PP y ERC» (ya sabes, Luis María: los extremos se tocan), el Estatuto fue «aprobado con casi el 75% del voto favorable de los ciudadanos». Nada como obviar la abstención para justificar lo injustificable. En este caso, la operación de asalto al Tribunal Constitucional que el Gobierno está fraguando para salvar el Estatuto catalán. O, mejor dicho, la cara de Zapatero.

Pero vamos al célebre discurso de Ortega que citas en tu carta. Lo he releído esta tarde y me ha vuelto a sorprender hasta qué punto sus observaciones y advertencias siguen siendo válidas: la necesidad de distinguir entre el sentimiento catalanista, que es generalizado, y la «voluntad política de vivir aparte», que sólo comparte una minoría; la sumisión (pasiva, silenciosa, paradójica) de aquella mayoría moderada y prudente ante los exaltados que pregonan la ruptura; el error de intentar resolver un problema que sólo se puede «conllevar dolidamente»; y el rechazo a cualquier intento de desgarrar «la raíz de nuestro añejo convivir», que es la unidad de soberanía, porque entonces «iríamos derechos y rápidos a una catástrofe nacional».

La catástrofe nacional llegó entonces en forma de proclamación de un Estado catalán independiente, seguida, dos años después, por la Guerra Civil. Ahora se intuye en la creciente territorialización de los partidos nacionales; en la aplicación, resignada pero implacable, del principio «hoy soy más confederal que ayer pero menos que mañana»; y en el choque de legitimidades provocado por las imperfecciones de nuestro ordenamiento jurídico y la irresponsabilidad de quienes nos gobiernan.

Lo explica muy bien Francisco Sosa Wagner en su nuevo libro El Estado fragmentado. Modelo austrohúngaro y brote de naciones en España: «Para colmo del dislate, el referéndum de aprobación de un Estatuto es perfectamente compatible con la tramitación de un recurso ante el Tribunal Constitucional que, según sus usos pausados, se resolverá pasados varios años. A nuestros efectos, sería igual que el TC se pronunciara en un plazo breve. Porque, si detectara alguna inconstitucionalidad, ¿se advierte el conflicto de poderes que se tendría sobre la mesa? La voluntad expresada en las urnas por la población afectada y el juicio de corrección jurídica enfrente. Jugar con la posibilidad de tales enfrentamientos es una vía segura para quemarse con el fuego inextinguible de la reivindicación nacionalista. Pero de esta manera frívola ha procedido nuestro legislador».

Viniendo del catedrático que concedió un cum laude a Zapatero por su tesina sobre la autonomía de Castilla y León, estas premoniciones son sentencias.

INDEPENDENCIA Y RAZONES TERRITORIALES

Querida Cayetana...

Otegui ha replanteado lo que ETA acordó bajo cuerda con Zapatero: la trampa de una nueva autonomía País Vasco-Navarra dentro del «Estado español». Por razones territoriales, la aventura navarra es imprescindible para los independentistas vascos, no sólo para los terroristas. Mientras Navarra sea una autonomía aparte, tomar el poder en Pamplona a corto plazo es tarea hercúlea, casi imposible. Así es que, aprovechándose de la debilidad de Zapatero, de su idiocia o de su malignidad, vete a saber, ETA lanza el anzuelo a las aguas revueltas, proponiendo crear una nueva autonomía como trampolín para saltar desde él a la independencia, con Navarra ya en el saco. Menuda jugada. Una trampa en toda regla, querida Cayetana, más descarada que los montajes teatrales de Bieito. Deslegalizado y desafiante, Otegui ha reavivado la maniobra con impunidad, como si fuera un líder nacional, a pleno pulmón informativo, mientras el Gobierno consiente que se cisque un día y otro en el Estado de Derecho.

Menos mal que la opinión pública está escaldada y que el Partido Popular saltará a la yugular de Zapatero si el presidente por accidente empieza a cerdear o a consentir o comprender la propuesta de Otegui dentro de su imparable proceso de rendición ante ETA.

Querido Luis María...

La condición necesaria para la anexión paulatina, encubierta, de Navarra al País Vasco es la vuelta de ETA a las instituciones democráticas. Éste es el principal escollo en las negociaciones clandestinas del Gobierno con los terroristas: Batasuna se niega a condenar la violencia y el Gobierno se niega a derogar la Ley de Partidos. No se trata, por tanto, de una discrepancia de fondo, sino de un sokatira mediático: ¿quién asume el coste ante los suyos de ceder ante el contrario? El impasse se supera con pragmatismo y pasividad: Batasuna se presentará bajo otras siglas y el Gobierno no hará nada para impedirlo.

Pero, ¿qué siglas? Una posibilidad es que Batasuna asuma definitivamente las siglas del Partido Comunista de las Tierras Vascas, que, como bien sabes, no ha condenado el atentado de Barajas y actúa al dictado de ETA. Conversando hace unos días en una terraza tranquila y soleada de la vieja Plaza de España de Irún, unos amigos vascos me contaron un dato que te puede interesar: cada fin de mes, las valquirias desaliñadas del PCTV se reúnen en la cafetería del Parlamento de Vitoria con sus jefes de Batasuna para entregarles, en un sobre cerrado, la asignación que perciben como diputadas. Chocante, ¿verdad? Pues bien, las Fuerzas de Seguridad han recopilado decenas de pruebas similares del sometimiento del PCTV a Batasuna, que el Gobierno ha guardado en un cajón. Bajo siete llaves que ahora custodia el fiero Fernández Bermejo.

Otra posibilidad, Luis María, y en mi opinión la más probable, es que Batasuna se presente a las elecciones bajo una marca nueva: Orain Ezker Abertzalea. En castellano, Ahora Izquierda Abertzale. Más explícito, imposible. Más fácil, tampoco. Ahí está el último auto de Garzón (asombroso, contradictorio, desasosegante), según el cual todo parecido entre la izquierda abertzale y Batasuna no es más que una ilusión óptica, una inocente casualidad. Y ya son demasiadas. Los proetarras llevan semanas celebrando actos públicos en municipios a lo largo y ancho del País Vasco y Navarra para presentar sus plataformas electorales: «Orain Mungia. Orain Ezker Abertzalea»; «Orain Barañain, Orain Ezker Abertzalea»; «Orain Lesaka; Orain Ezker Abertzalea»... La ofensiva electoral avanza, arrolladora, bajo la mirada impávida, cómplice, del Gobierno.

En la misma terraza de Irún, antes de que el cielo girara, la viuda de un concejal asesinado por ETA me dijo, con la frente alta y la voz entrecortada: «Yo todavía no sé quién mató a mi marido. ¿Y si fue De Juana?... No sé, por las fechas... Pronto estará en la calle. Zapatero lo quiere excarcelar. Y, además, va a permitir que Batasuna vuelva a los ayuntamientos, a humillarnos, a amenazarnos, a financiarse con nuestros impuestos. Siempre he confiado en la Justicia y en el Gobierno de mi país. Pero ya no. Ya no puedo.»

ENTRE ARCO Y LOS CARNAVALES CANARIOS

Querida Cayetana.

Si es verdad lo que afirmas en tu carta y las canéforas del PCTV entregan públicamente parte del dinero cobrado como diputadas a sus jefes de Batasuna, el PP debe ponerlo en conocimiento del fiscal y actuar en consecuencia. La mofa al Estado de Derecho está llegando a límites de indignidad y vergüenza.

Pero cambiemos el monotema. Así es que coge a Acebes de una oreja y llévale a Arco. Le sumerges en la Feria como en una sauna y le verás salir transfigurado. Al lado de mucha camelancia, hay instalaciones, cuadros y esculturas que asombran. Dedico mi artículo de El Cultural el próximo jueves a Arco, claro. Aquel dipsómano genial que fue Pollock, un Poe pictórico del siglo XX, habría enmudecido ante algunas muestras de la vanguardia dura, mientras se le hubiera ensanchado el ánimo al comprobar el tributo del estupendo Canogar a su expresionismo abstracto.

Pero, claro, tu me querrás hablar de nuevo de que Zapatero se ha salido con la suya, de que entre los compromisos subterráneos acordados con ETA, estaba liberar a De Juana Chaos. El presidente por accidente ya dijo con un par, que el asesino etarra estaba a favor del «proceso de paz». Y a pesar de la resistencia de la Justicia, los dóciles fiscales de Zapatero y su lobby tenaz han terminado con la práctica liberación de De Juana Chaos para que el presidente sonrisas pueda decirle a Eta: «Misión cumplida y a ver si me dais ahora pretexto para hacerle una higa a Rajoy y reanudar a las claras la negociación política». Tras De Juana Chaos, el presidente ha decidido cumplir con el compromiso de relegalizar de una u otra manera a Batasuna, es decir, a ETA. La finta que ha hecho en el Parlamenteo europeo ha sido antológica. Moncloa actúa ya con el mayor descaro y con el cinismo elevado al cubo. El proceso de rendición emprendido por Zapatero terminará encaramando a los etarras al Gobierno del País Vasco para desde allí acosar a Navarra, con el objetivo final de proclamar unilateralmente la independencia de las queridas provincias vascongadas.

Querido Luis María...

En lugar de volver a Arco, que ha alcanzado su aburrida madurez, deberías haberme acompañado a los carnavales de Canarias. Este año han sido especialmente memorables. En Santa Cruz de Tenerife, habrías disfrutado con el esperpéntico número de esa aspirante a Madonna ibérica que es Belén Esteban. El público se sublevó. La murga los Diablos Locos se negó a actuar en señal de protesta. Y Rafael Amargo, a quien el alcalde Zerolo tuvo la genial idea de encargar la dirección de la gala, ha sido declarado persona non grata por el Parlamento regional. En Las Palmas, en cambio, las fabulosas Drag Queens han vuelto a arrasar con sus plataformas inverosímiles y sus provocaciones pélvicas. El codiciadísimo título de Reinona 2007 se lo ha ganado a pulso Salitre y Monstruos por su perversa fantasía "¿Fea yo?".

Y tú hablándome de Zapatero.

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