Su nombre no era familiar más que para unos pocos especialistas, pero el físico e inventor Robert Adler fue el padre de uno de los ingenios que más ha revolucionado los hábitos domésticos, la técnicas de programación televisiva, la publicidad y el mercado audiovisual durante las últimas décadas: el mando a distancia.
La invención de este dispositivo, derivada de su trabajo con sistemas de comunicación y componentes para televisores, se produjo en 1956, un año después de que el ingeniero Eugene Polley presentara el flashmatic, un sistema de control remoto rudimentario que Adler perfeccionó al añadirle ultrasonidos. Ambos creadores fueron reconocidos por la Academia Nacional de las Artes y Ciencias de la Televisión de Estados Unidos con la concesión de un premio Emmy en 1997. De todos los honores científicos que acumuló Adler durante su vida, sin duda éste fue el más extraño, pero lo cierto es que su invento cambió el mundo de la pequeña pantalla más que cualquier serie o programa.
Robert Adler nació en Viena en 1913, en el corazón cultural de una Europa a punto de ser devastada. Allí se doctoró en Física y comenzó a trabajar en el mercado de patentes, labor que continuaría en Londres y, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, en Chicago, donde entró en contacto con la compañía Zenith, a la que dedicaría seis décadas su carrera.
Enseguida se especializó en diseñar componentes electrónicos para los televisores, sobre todo sistemas para reducir el ruido de la señal. Sus dispositivos sirvieron para mejorar la recepción y reducir las interferencias en los aparatos de la época, pero también encontraron importantes aplicaciones en el ámbito de las comunicaciones militares.
Concluida la guerra, ayudó a crear los amplificadores de señal de alta frecuencia, que servían a la Fuerza Aérea estadounidense para detectar misiles de largo alcance y que también emplean los astrónomos para estudiar fuentes de radiación en el cosmos.
En 1963, alcanzó el puesto de director de investigación en Zenith y llegó a liderar grupos de hasta 300 personas, hasta que, en 1978, presentó su dimisión debido a un recorte de gastos. Sin embargo, continuó ejerciendo de asesor técnico de la empresa hasta 1999, al mismo tiempo que enseñaba ingeniería eléctrica en la Universidad de Illinois en Urbana.
Tan sólo 15 días antes de su muerte, la oficina de patentes publicaba la última creación de Adler, relacionada con la tecnología de las pantallas táctiles. En total, esta institución tiene registrados más de 180 inventos suyos. Obtuvo, entre otros galardones, el premio al inventor del año de la Universidad George Washington en 1967 y la medalla Edison en 1980, y fue miembro del Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (IEEE), la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS) y la Academia Nacional de Ingeniería.
Deportista y amante de la naturaleza, una de sus aficiones más queridas era visitar las Montañas Rocosas junto a su mujer y, cuando había nieve, esquiar, una pasión que mantuvo hasta los 89 años de edad. Según anunció la compañía Zenith, ahora integrada en LG, Adler murió el jueves pasado de un fallo cardiaco en un geriátrico de Boise, en Idaho. Tenía 93 años y sobrevive su esposa, Ingrid.
Robert Adler, físico, nació en Viena (Austria) en 1913 y murió el 15 de febrero de 2007 en Boise (Idaho, EEUU).