JOSEP MIRO I ARDEVOL
No deja de ser una paradoja que la persona que ha cabalgado políticamente en base al talante, fiel al cumplimiento de los compromisos, y el diálogo, tenga un escenario cuyos calificativos están exactamente en las antípodas: el pretendido talante se ha mutado en crispación.La confianza en la palabra dada, en una larga lista de damnificados por las maniobras bajo tablero, Rajoy, Bono, Rodríguez Ibarra, Maragall, Mas, el propio Estatuto de Autonomía de Cataluña, que ha pasado del «aceptaré lo que salga del Parlamento catalán», al «vaya, vaya desde luego y a ti te encontré en la calle». El diálogo se ha convertido con nuevo ministro de justicia, -se presupone que para impartirla a todos los españoles- en bocado a la yugular del primer partido de la oposición, es decir a 10 millones de representados y a los miembros del Poder Judicial.Con tanta contradicción esta sociedad -que no es la del 36- no estalla en un conflicto, sino que se vuelve caótica.
Todo lo que ha puesto en marcha Rodríguez Zapatero, con más frivolidad e irresponsabilidad que conocimientos, está saltando por los aires. Lo peor es que la factura no la pagará sólo el Estado, también la sociedad sufrirá un alto coste, con lo cual el daño es más grave y más difícil de reparar.
Se monta un inmenso lío con la negociación con ETA, con el resultado final que los terroristas ocupan el centro del escenario político, como nunca lo habían conseguido, ni en sus mejores tiempos, compartiendo protagonismo con dos secundarios de lujo: el gobierno en el papel de poli bueno y, el PP en plan poli malo. De Juana se ha convertido en un icono a partir de la feliz idea del ministro de Justicia cesado -o dimitido, tanto da- de que había que volver a empapelarlo como fuera para evitar la sensación de que un asesino con 25 víctimas, puede salir a la calle al cabo de 18 años: pero cuando a la justicia se le saca la preceptiva venda y se pone un dedito en uno de los platos de la balanza se corre el riesgo que acabe blandiendo solo la espada de la otra mano.El Gobierno habrá montado un conflicto de no te menees con el caso De Juana, para acabar poniéndolo en libertad unos pocos meses más tarde, pero transformado en héroe, y pasando por ser unos blandos ante la exigencia de ETA. Eso es la aplicación directa de la teoría del caos. El aleteo suave y dulce, no de una mariposa en China en este caso, sino de las manos del ex ministro López Aguilar (¡qué paquete le puede caer a Canarias!), producen un huracán, no en Estados Unidos sino en la meseta Ibérica.
Para no desentonar el Tribunal Constitucional ha prescindido de uno de sus miembros por incompatibilidad, y esto parece apuntar pésimamente para la salud del recurrido Estatuto de Autonomía de Cataluña. Se puede enmendar el desequilibrio, dicen, substituyéndolo por otro previa dimisión del primero. Una especie de jueces convertidos en clinex, que cuando no pueden ser usados se tiran. ¿Los partidos políticos, el propio gobierno y los jueces, son conscientes del daño irreparable que están cometiendo a la justicia española que no anda precisamente muy acreditada y es vista con recelo en los ámbitos económicos internacionales? ¿Alguien tiene conciencia de que una justicia objetiva, eficaz, creíble es una condición básica para competir y atraer inversiones?
Y habrá más caos: anuncio uno a cámara lenta. La famosa ley de dependencia, que puede pasar a la historia como uno de los grandes embolados vendidos a la ciudadanía. Será otro día.
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