El Campeonato se estrecha y la emoción es tan indiscutible como la mediocridad que persigue a sus aspirantes. Nadie se atreve a dar el gran salto, las distancias en la cabeza siguen siendo mínimas y los tropiezos de los candidatos se suceden unos a otros. Ayer fue una gran jornada para el Valencia, que se metió en la pomada con su victoria por 2-1 sobre el todavía líder, el Barcelona, y para el Sevilla, que igualó a 46 puntos con el equipo azulgrana tras derrotar al Atlético.
Que un grupo con las grandes limitaciones del Real Madrid se mantenga todavía a cuatro puntos de los líderes y con aspiraciones es la demostración más clara de que algo está fallando. En cualquier caso, todas estas disquisiciones filosóficas son cuestiones menores para los aficionados del Valencia, que ayer se dieron el gustazo de ver ganar a su equipo frente a un Barcelona que no ha cerrado muy bien la semana en la que Samuel Eto'o incendió el vestuario. El equipo de Rijkaard mostro un dominio muy plano y se dejó cazar al contragolpe por un Valencia con las ideas claras que se sitúa en tercera posición y con el goal average particular favorable ante los catalanes. Oleguer fue abucheado por la grada de Mestalla tras sus recientes opiniones sobre el trato judicial al terrorista De Juana y por sus muestras de apoyo a los Països Catalans.
El Sevilla fue capaz de sobrevivir durante una hora con un hombre menos por la expulsión de Martí y acabó venciendo (3-1). El Atlético perdió una oportunidad para rearmarse moralmente y acercarse a los grandes y acabó tiroteado por el Pichichi Kanouté, que marcó dos de los goles.
En la zona baja, la jornada marcó el hundimiento de la Real y del Nàstic, que deben ir pensando en su futuro como equipos de Segunda. El Celta sigue en descenso, aunque ayer ganó en Pamplona y su técnico, Fernando Vázquez, respira de momento./ Págs. 2-9
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