Lunes, 19 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6273.
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 DEPORTES
FUTBOL / Primera División
«El título no se gana en Valencia o Madrid»
RIJKAARD VE NORMAL PERDER EN MESTALLA PERO LAMENTA LA FALTA DE ACIERTO QUIQUE, SATISFECHO CON EL PARTIDO DE SUS HOMBRES
DAVID BRUNAT

Cada segundo es oro. La esencia de una vida puede condensarse en un minuto y la victoria en un partido de fútbol en, por ejemplo, tres. No importó que el Barcelona fuera manifiestamente superior, ni que la apuesta ultradefensiva del Valencia sea un atentado a la ética de este deporte. Al final, lo que importa es el resultado y quien se llevó los tres puntos fue el que mejor supo exprimir sus recursos.

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El problema es que el Barça sabía perfectamente cuál es el modelo de producción del Valencia, y le dolió que, sabiéndose de memoria la lección, a la hora del examen se quedara en blanco. Rijkaard lamentó ese bloqueo: «Ya sabíamos que su punto fuerte son los contraataques, pero nos hemos colocado mal sobre el campo. Ha sido un partido con mucho ritmo, hemos desarrollado nuestro juego, pero con equipos así, cuando no marcas la diferencia con goles te puedes complicar la vida».

El técnico azulgrana, no obstante, trazó una visión mucho más global y generosa de la derrota. Y llegó a la conclusión de que tampoco fue tan grave. «La victoria podía ser un momento importante para nosotros, pero no se gana la Liga en los partidos contra el Valencia o el Madrid, sino con la continuidad en el trabajo». Por eso, en cuanto Iturralde González decretó el final de la contienda, Rijkaard salió al césped y consoló, uno a uno, a sus jugadores. «Quise demostrarles que no es momento de bajar la cabeza, es un campo complicado y uno de los equipos más fuertes de la Liga. Puede pasar». Rijkaard consideró que la «mentalidad» era la correcta: «No es momento de perder la cabeza».

Estilo. En el fondo, a todo se le puede sacar la visión positiva y el holandés no dudó en pregonar que esta derrota hará que los suyos salgan a morder el miércoles contra el Liverpool. Y la conjunción Barça y orgullo herido causa terror en cualquier rival. Seguro que a Rafa Benítez no le gustó ver a su contrincante en los octavos de la Champions caer de esa manera a sólo tres días del partido de ida.

Ultimamente el fútbol y la política han dormido en el mismo lecho, gesto incestuoso para muchos, y Mestalla fue un ejemplo magnífico de lo que puede ser un estadio politizado. Claro que, sobre el césped, correteaba el futbolista más politizado del fútbol español. «Si es que me da igual... Tengo claro cuál es mi afición, y cuando voy a campo contrario no espero que me aplaudan», aseveró airado pero con mucha mesura Oleguer. No esperaba aplausos, pero tampoco octavillas incendiarias. Según dijo, ni las vio: «Los jugadores no podemos estar pendientes de lo que diga la afición rival». Víctor Valdés, héroe azulgrana con sus paradas felinas, zanjó la polémica en un ejercicio de diplomacia británica: «La gente es libre de opinar. Hay que respetar todas las posturas».

Nunca ha sido amante Valdés de los grandes berenjenales, pero no dudó en correr como un poseso cuando Deco y Albelda armaron el primer barullo del partido. El centrocampista azulgrana reafirmó su inocencia, como ya hizo encogiendo los hombros justo cuando Iturralde se sacó del bolsillo la cartulina roja. No dudó en que el Barcelona, «si lo cree conveniente», recurra la expulsión y pueda estar disponible para el próximo choque contra el Athletic.

Y a todo esto Messi, cuyas venas transportan horchata si se comparan con las de su cicerone Deco, volvió a maravillar con su regates. El Barça fue otro desde que pisó el césped, pero con el Valencia encadenado en su área como un antisistema en cualquier edifico gubernamental, todo su esfuerzo fue en balde. Sin duda, su reaparición fue la mejor noticia de la velada para la familia azulgrana.

Que la filosofía del Valencia es efectiva es un hecho. Pero ¿realmente un club con su presupuesto y sus jugadores debe aplicar una doctrina tan austera con el balón? Para Quique Sánchez Flores, sí: «Hicimos el partido que corresponde al estilo del Valencia», espetó visiblemente feliz al final del encuentro. «No se les puede ganar en calidad individual y en posesión de pelota; el planteamiento del Valencia se cumplió y aprovechamos unos minutos de locura al principio de la segunda parte para ganar», se justificó. El técnico, que ve como su equipo se mete de lleno en la lucha por la Liga, afirmó que el triunfo es un baño de confianza para el Valencia.

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