Beto da una lección a la moribunda Real Sociedad / EL MUNDO

HUELVA.- Muy poca gente recordaba este verano, cuando el Recreativo contrató a Beto unos minutos antes de que se cerrara el plazo de fichajes. En su día el central internacional portugués estuvo en la agenda del Real Madrid.

No hay nada más que verlo jugar cada fin de semana para darse cuenta de que esa posibilidad era una verdad como un templo. Firme en las tareas defensivas, donde casi siempre le toca bailar con la más fea, incluso se atreve a sumarse al ataque con mucha efectividad y peligro en las acciones de estrategia que bota su equipo. Ayer se impulsó como un coloso para rematar de cabeza a gol un saque de esquina lanzado por Viqueira. Ese detalle sirvió para desatascar al Recreativo en una tarde en la que tiró de oficio más que de buen juego y en la que enfrente se encontró a una Real Sociedad que tiene aparentemente, por méritos propios, los días contados en la Primera División.

Y eso que su alineación a priori era bastante ofensiva, con mucha gente con llegada, como Díaz de Cerio, Herrera, Savio o Xabi Prieto. Eso sí, aunque Kovacevic no se ha estrenado esta campaña, en un conjunto tan moribundo se antoja un pecado capital y un lujo tenerlo en el banquillo. También apostó por el ataque Marcelino García, que puso toda la carne en el asador. Y es que una de las grandes claves de que el Recre sea la revelación de la máxima categoría es que va a por los tres puntos en todos los partidos y no practica, ni de lejos, el fútbol encorsetado habitual de los recién ascendidos. En la banda prefirió a un puñal, Juanma, antes que a un obrero, Aitor. En el doble pivote regresó el exquisito Viqueira por el correcaminos Jesús Vázquez. Y arriba forzó de inicio con Sinama pese a que había estado toda la semana entre algodones, y el francés cumplió aunque acabó dejando a su conjunto con 10 al reproducírsele las molestias en el gemelo.

El partido fue, por encima de cualquier otra apreciación, el brillo de Beto y la demostración de que a la Real no se aprecian ni fuerzas para morir matando.

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