No hemos visto demasiados cambios tácticos en este Estudiantes con relación al que entrenaba Pedro Martínez hasta su despido; el ataque en medio campo sigue necesitado de algunos retoques para, en particular, crear más peligro con el juego interior. Pero lo que sí hemos visto, sobre todo a partir del tercer cuarto de ayer, es un cambio de actitud notable. Por primera vez desde hace meses hemos visto a un Estudiantes alegre y agresivo a la vez, con ganas de robar balones, de correr y de ganar. Sí, está poco dotado de centímetros y de kilos, pero no siempre coge el rebote el más alto o el más atlético, sino el que le pone más ganas a eso de ir a por el balón. Con rebotes hay contraataque, y entonces el Estu vuelve a ser el Estu, y ganó ampliamente para aliviar una situación delicada en la tabla.

Por su parte, el Caja reeditó la misma exhibición de abulia casi asqueada que ya nos diese contra el Tau en la Copa del Rey. Quizá no sean adecuadas las expresiones empleadas para definir todo ello por Comas, pero el fondo de sus acerbas críticas a sus hombres será compartido por cualquiera que lo haya presenciado...

Lo más interesante, pues, es a veces de índole anímica. Y el personaje clave hoy es ese entrenador con cara de niño que parece aún más joven que sus 31 años, Mariano de Pablos: él ha logrado que sus hombres den la cara y recuperen el estilo de todo verdadero equipo de Estudiantes, mientras que Martínez jamás había obtenido esta temporada una respuesta tan rotunda, un compromiso con los colores (como se decía antaño, en tiempos más sencillos y raciales) por parte de sus jugadores. Éstos han respondido a un hombre joven, poco conocido y de la casa: un fenómeno similar al que se ha producido en el Real Madrid con la transición de Boza Maljkovic a Joan Plaza. (Y que no se pierde en el club blanco, pese a las derrotas producto de una severa racha de lesiones, pese a lo que puedan decir esos observadores que escriben sobre baloncesto tras haberlo observado por el lado malo de su catalejo...).

La receta casera, si se aplica con conocimiento de causa -nombrando a un buen técnico que merece la oportunidad, y no sólo por estar ahí y ser barato- funciona más a menudo de lo que solemos creer. El Estudiantes, ahora, necesitará sólo una cosa: constancia en el entusiasmo.