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La audiencia no suele tener ni idea de que la versión censurada de la película que ven no es la original (Todd Solondz) |
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A LA CONTRA / BARRA BRAVA |
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Clásico europeo en el 'lado oscuro' |
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DAVID GISTAU
Por segunda vez en una semana, Beckham salvó a Capello. Su expulsión de última hora evitó que Mijatovic volviera a desviar la bronca sobre los jugadores llamándoles borrachos: esta vez, fue el árbitro lo que usó como escudo humano contra las balas dialécticas de la tribuna. En lo sucesivo, lo mismo podrá excusarse con una conjunción astral desfavorable o con que Florentino clava agujas vudú en el escudo sólo para fastidiar a Calderón. Pero nada ocultará que la era de Ramón Calderón, el que no iba a parar de palparle las tetas a Cibeles, ya ha dejado al Madrí en un estado que abre el debate sobre la eutanasia aplicable a los equipos de fútbol. De entrar en el arco, esa pelota de Pancrate que se perdió junto a un palo habría sido un tiro de gracia compasivo que además habría pulsado el botón de Eject para que Capello saliera despedido del banquillo como de una carlinga. Dos viejos leones desdentados, el Madrí y el Bayern, compartirán el martes nostalgia de las grandezas perdidas. Será el clásico del «lado oscuro», y dará pena compararlo con los recuerdos. ¿Kahn contra Raúl? Añades a Imanol Arias, y es Cuéntame.
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Promesa cumplida. Tiempo hacía que no me pasaba por Chamartín: hasta comprar edredones en Ikea se antoja un plan más divertido para un sábado por la tarde. Lo malo de ver al Madrí en directo, en vez de por la tele, es que uno no puede evadirse del pestiño con el zapping. En casa, habría sido posible sintonizar con el partido del Milan y ver en acción a un goleador. Rescatado del «lado oscuro», que acaso fuera el de la Luna, Ronaldo vuelve a ser un brillo que detectan los telescopios. Y desde luego confirma los certeros diagnósticos de Capello, el que ha convertido la portería rival del Bernabéu en una nueva Zona Cero, éste a quien le sobra Ronaldo donde le cabe Emerson, quien por comparación vuelve ágil y elástico a C3PO. Ronaldo y Kaká jugaron y ganaron juntos y vestidos de blanco, por lo que por fin podemos dar por cumplida una de las principales promesas electorales de Ramón Calderón. Para que luego digan que este hombre vende humo.
Eto'o, Salieri. Tal vez a Eto'o, egoísta y llorón como los niños que no comparten los juguetes, le conviniese ir a jugar al Moscardó o a la Cultural Leonesa. Entonces, sin otro ego que opacase el propio, por fin se sentiría como una primera vedette del Follies Bergères, y su carrera sería un perpetuo salir desnudo de la tarta. En el Barsa está Ronaldinho. El favorito de la publicidad. El cromo universal que provoca a Eto'o una envidia tan malsana como la de Salieri ante Mozart que no es posible disimular por más que ambos se den abrazos tan fingidos como un orgasmo en un burdel. Eto'o no tardará en redimirse con goles. Y, mientras tanto, Rijkaard le tiene la misma paciencia que a un adolescente medio bobo pero recuperable. Aún así, su patinazo revela que en la plantilla del Barsa falta lo que en el lenguaje taurino se llama jefe de lidia: un líder, un guardián de los códigos que impide que nada ni nadie se desmadre. Lo que era Passarella en el vestuario de River cuando los novatos se pasaban a besarle el anillo: «Che, calentá con otra camiseta. La de River pesa tanto que empezarás el partido agotado», les decía entonces para que empezaran a enterarse de dónde estaban y de cuál era el único yo que en verdad importaba. Como para ponerse caprichosos a la manera de Eto'o.
Cañete. Mientras que en el Madrí Capello impone la costumbre del maltrato y de la falta de respeto a los jugadores, el Valencia ha dado una lección de cómo honra a los suyos con toda la escenografía que ha rodeado la renovación de Cañizares. Y eso a pesar de Carboni, que no ha tardado nada en olvidar que fue jugador. Aunque prematuro, porque a Cañete le queda fútbol, fue un hermoso homenaje a un hombre con el carácter difícil de los grandes arqueros y en cuyas lágrimas después de la final contra el Bayern se resume una época entera a la que sólo le faltó la Copa de Europa. Hay otra final: está un poquito más allá del Inter.
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