FERNANDO GAREA
MADRID.-
La tercera consulta popular de la era Zapatero se celebró ayer con un desinterés creciente de los ciudadanos. Hasta el propio presidente del Gobierno minimizó ayer su trascendencia porque, a diferencia de lo que hizo en las dos ocasiones anteriores, evitó hacer declaraciones públicas para valorar el resultado.
Atendiendo al índice de abstención, los andaluces han dado la espalda al referéndum del Estatuto o, al menos, parece deducirse que los ciudadanos de esa comunidad no lo ven como una necesidad que les mueva a desplazarse un domingo hasta las urnas.
La versión de La Moncloa es que la ausencia de confrontación y el hecho de que los ciudadanos no perciban que hay algo en peligro provoca desmotivación.
En el referéndum de la Constitución Europea en 2005 la participación fue del 42%; en el del Estatuto de Cataluña no movilizó a la mitad del electorado y ayer la abstención llegó casi al 70% en Andalucía. Las tres consultas tienen en común ser fruto de empeños casi personales de José Luis Rodríguez Zapatero. En la de Europa lo hizo para ser los primeros en ratificar la Constitución y en las de los estatutos es consecuencia de su interés político para situar en el primer plano de su estrategia las reformas territoriales que, por lo visto, no interesan demasiado a los ciudadanos. Todas tienen en común que han centrado la vida política y, según se comprueba, con los españoles dándoles la espalda.
Uno de los pilares básicos del programa de Zapatero eran las reformas territoriales. Las ha sacado adelante, pero con escaso apoyo ciudadano porque los nuevos estatutos tienen menos respaldo popular que los anteriores.
En dos de esos viajes hasta las urnas ha estado acompañado por el PP, aunque fuera arrastras. En el de Europa, los de Mariano Rajoy no lo vieron como prioridad pero se sumaron con escaso entusiasmo y en el de Andalucía el PP terminó por aceptar para el Estatuto preceptos que no sólo rechazó para Cataluña, sino que literalmente incluyó en su recurso ante el Tribunal Constitucional contra éste último. Lo hizo en contra de un sector del partido y asumiendo el riesgo de que el TC anule artículos recurrido por ellos mismos, pero que apoyan ahora en Andalucía.
Las noches de los refrendos de la Constitución Europea y del Estatuto de Cataluña compareció en La Moncloa el presidente del Gobierno para hacer una declaración solemne de valoración de resultados. Ayer no lo hizo, no salió ni el secretario de Estado de Comunicación y se limitó a promover desde La Moncloa una nota en la que daba cuenta de una conversación telefónica con el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves. En esa nota se elude por completo la baja participación y se dice que Zapatero trasladó a Chaves que «el civismo y la normalidad democrática con que se ha desarrollado la jornada de consulta a los ciudadanos es otro motivo de satisfacción y ponen de manifiesto tanto la madurez del pueblo andaluz para decidir su futuro como el buen funcionamiento de las instituciones de Andalucía, que han garantizado y facilitado el ejercicio del voto a todos los ciudadanos».
En las otras dos ocasiones también compareció Mariano Rajoy y ayer no lo hizo. Después del referéndum catalán, cuando la participación no llegó al 50%, el líder del PP hizo un cálculo sobre el censo, según el cual el Estatuto sólo lo apoyaba el 35% de los ciudadanos y desde el principal partido de la oposición se puso en duda la legitimidad del texto. Ayer el PP eludió esta valoración.
El Gobierno sí repitió en todos sus mensajes su estrategia de minimizar en lo posible la falta de participación, para quedarse exclusivamente con la cifra de síes sobre votos emitidos.
El de ayer será el último referéndum de la legislatura. Al inicio en 2004 estaban previstos otros tres que no van a poder celebrarse por distintos motivos: los de los estatutos de Galicia y País Vasco y el de la reforma de la Constitución.
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