Lunes, 19 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6273.
ÚLTIMAS NOTICIAS TU CORREO SUPLEMENTOS SERVICIOS MULTIMEDIA CHARLAS TIENDA LOTERÍAS
Primera
Opinión
España
Mundo
Ciencia
Economía
Motor
Deportes
Cultura
Comunicación
Última
Índice del día
Búsqueda
 Edición local 
M2
Catalunya
Baleares
 Servicios 
Traductor
Televisión
Resumen
 de prensa
Hemeroteca
Titulares
 por correo
 Suplementos
Magazine
Crónica
El Cultural
Su Vivienda
Nueva Economía
Motor
Viajes
Salud
Aula
Ariadna
Metrópoli
 Ayuda 
Mapa del sitio
Preguntas
 frecuentes
La audiencia no suele tener ni idea de que la versión censurada de la película que ven no es la original (Todd Solondz)
 ESPAÑA
El plebiscito de Chaves
FRANCISCO ROSELL

Cuando un político apela a que el ciudadano le mire a los ojos a la hora de pedirle el voto, lejos de ser una muestra de franqueza y de rectitud, suele ser una forma de engatusar y manipular la buena fe del ciudadano. Tiene su traducción en el célebre «lee en mis labios» de Bush padre y el antecedente hispano de Aznar asegurando la presencia de armas de destrucción masiva en Irak. Eso fue lo que hizo el presidente de la Junta, Manuel Chaves, aprovechando su participación en el mitin central de su campaña, junto a Zapatero: «Confiad en mí; miradme a los ojos cuando os pido el sí para Andalucía, no para mí o para el PSOE». A juzgar por los resultados de este referéndum de urnas vacías, los andaluces han desconfiado del brillo de su mirada.

Publicidad
Al igual que ZP con el referéndum de la Constitución Europea de 2005, saliéndole el tiro por la culata de una baja participación, Chaves perseguía convertir la cita de ayer en un plebiscito. Trataba de confundir sus razonables legítimos intereses personales y políticos de perpetuarse en el poder con los legítimos de una Andalucía que, cuando truene, ha de acordarse de Santa Bárbara, igual que la Cataluña del Tripartito implora a Santa Rita para no dejarse arrebatar los privilegios del Estatut y su relación vis a vis con el Estado.

Tocada del ala la Constitución del 78, con la aprobación del Estatut y el plan Ibarretxe-2 que está por llegar, Chaves buscaba maquillar la derrota de Andalucía en esta España dual que se abre paso y que usa como coartada este Estatuto que, con la excusa de nuevos derechos, perfila un cesarismo democrático en el que los tres poderes quedan en las mismas manos y el nuevo monarca electivo -embozado en la bandera blanca y verde- se erige en prácticamente inamovible, imposibilitando cualquier alternancia tras 25 años de monopolio socialista del poder.

En este sentido, la campaña ha sido esclarecedora al respecto, después de que la Junta Electoral Central haya obligado a cambiar el lema oficial y haya expedientado al viceconsejero de Gobernación, sin que éste haya sido destituido ipso facto, como la lógica democrática impone. Al mismo tiempo, la televisión pública ha seguido haciendo gala del partidismo acostumbrado y el presidente andaluz se ha negado a debatir sobre el Estatuto con los líderes de otras fuerzas políticas. Si esto ha sucedido con un referéndum en el que defendía el voto afirmativo la práctica totalidad de las fuerzas políticas, con la excepción del Partido Andalucista, ¿qué ocurrirá cuando el PSOE vea peligrar su mayoría absoluta y tambalearse su posición de privilegio?

Pese a la abrumadora abstención -el nuevo Estatuto dispone de menos apoyo que el vigente, lo que cuestiona su legitimidad, aunque no su legalidad-, nada cambiará. El establishment político, empresarial, sindical, mediático y asociativo -la trama clientelar- seguirá a lo suyo, de la misma manera que ha sucedido en Cataluña, pero con la diferencia de que Andalucía sale peor librada del envite.

Por intereses exclusivamente de partido, Andalucía ha dejado de pasar una inmejorable ocasión de jugar sus bazas. ¿De qué le sirve ganar un nuevo Estatuto si pierde en la práctica una Constitución que garantiza la solidaridad interterritorial? Contra la hipoteca del futuro de Andalucía, Chaves se ha ganado el aval para ser el único de los barones del PSOE que ha salvado la cabeza, a diferencia de aquellos otros dos tenores socialistas -Bono e Ibarra- con los que, en octubre de 1998, suscribió la Declaración de Mérida, en la que proclamaban la vigencia de la Constitución y renovaban su apuesta por el Estado de las Autonomías, como reacción al Pacto de Estella. Claro que el presidente andaluz, según declaraba a sus micrófonos amigos, «nunca ha compartido los temores de Rodríguez Ibarra ante el proceso desnacionalizador de Zapatero». ¿Quién engaña entonces, mirándole o no a los ojos, el Chaves de la Declaración de Mérida, el actual o, tal vez, los dos?

Nadie, desde luego, tiene memoria suficiente para mentir siempre con éxito, solía decir Abraham Lincoln, pero muchas veces se benefician de sociedades desmemoriadas o que simplemente prefieren enajenarse de los hechos para no complicarse la vida más de lo necesario, sobre todo cuando estas complicaciones te asaltan detrás de la esquina más inesperada. Pero, en estas circunstancias, Andalucía ha respondido con un «silencio maestrante» que constituye una moción de censura a toda la clase política en general y particularmente a un Chaves que, tratando de pasar a la Historia y haciendo el más clamoroso ridículo, ha manchado la memoria del 28-F, como gesto de rebeldía ciudadana y de equilibrio constitucional. Si quería un plebiscito, ya lo tiene.

francisco.rosell@elmundo.es

recomendar el artículo
portada de los lectores
copia para imprimir
Información gratuita actualizada las 24 h.
 SUSCRIBASE A
Más información
Renovar/Ampliar
Estado suscripción
Suscríbase aquí
Suscripción en papel
  Participación
Debates
Charlas
Encuentros digitales
Correo
PUBLICIDAD HACEMOS ESTO... MAPA DEL SITIO PREGUNTAS FRECUENTES

elmundo.es como página de inicio
Cómo suscribirse gratis al canal | Añadir la barra lateral al netscape 6+ o mozilla
Otras publicaciones de Unidad Editorial: Yo dona | La Aventura de la Historia | Descubrir el Arte | Siete Leguas

© Mundinteractivos, S.A. / Política de privacidad