Se va a cumplir el cuarto aniversario de la entrada de las tropas aliadas en Bagdad y la situación del país sigue siendo muy crítica. ¿Hubo imprevisión al planificar la posguerra?
E. A.- Lo que más me sorprendió de Irak es el nivel de actividad extranjera que entra en el país para destruirlo. [...] Los extremistas musulmanes se han dado cita en Irak, porque no conciben que pueda haber un país democrático, para ellos es una anatema. ¿Que yo hubiera podido vislumbrar eso? No, de ninguna manera.
P. G. C.- ¿Hay fecha para que las tropas abandonen el país?
E. A.- No, no tengo fecha de salida. Nosotros estamos comprometidos a salir cuando no necesiten la ayuda externa para su protección interna. Cuanto antes mejor, porque Irak hay que dejárselo a los iraquíes.
J. Müller- ¿Por qué EEUU nunca ha concedido la condición de prisioneros de guerra a los detenidos en Guantánamo?
E. A.- Cuando se crearon los Convenios de Ginebra para los prisioneros de guerra, después de la II Guerra Mundial, nadie vislumbraba lo que es el terrorismo hoy. Nadie tenía en mente tratar con personas que, además de no tener madre, no tienen bandera, no tienen uniformes, no tienen elementos que les identifiquen como soldados de un país con el que se pueda eventualmente llegar a un acuerdo de paz. La Corte Suprema ha determinado que las reglas que nosotros aplicamos [en Guantánamo] no son suficientes. [...] Perfecto, pues vamos a buscar un marco legal más apropiado.
C. S.- ¿Qué autocrítica hace de la situación de ese centro de detención?
E. A.- La Cruz Roja Internacional tiene acceso a cada uno de los presos. Y, casualmente, unas de las ONG que [visitó el centro] dijo que era una prisión modelo. [...] Estamos tratando con terroristas, con combatientes, [así que] la crítica debe de ir más bien dirigida a ellos. [...] Ahora, pensar que Guantánamo es un pequeño infierno donde están sacándote ojos y uñas y el diablo te está esperando, no tiene base en la realidad. [Además], hay personas en Guantánamo que estamos dispuestos a dejar salir, pero que sus países no aceptan.
J. Miravalls- ¿Se respetan los Derechos Humanos?
E. A.- Puedo afirmar inequívocamente que EEUU respeta los Derechos Humanos y aborrece la tortura. Punto y aparte.
J. Müller- ¿Es difícil ser embajador de un país que va perdiendo crédito cada año?
E. A.- Pasaron 12 años y 17 resoluciones de la ONU para decirle a Irak que demostrara que no tenía armas de destrucción masiva. [...] Y 48 países, si mal no recuerdo, sumaron el grupo que fue a liberar al país de la dictadura del asesino Sadam Husein, que había librado dos guerras con más de un millón de muertos y había utilizado armas de destrucción masiva. No estamos hablando de San Francisco de Asís. [...] El que eso nos haya causado desprestigio [...] hace que mi trabajo sea más difícil. Pero, si Sadam hubiera dicho: «Aquí no hay armas de destrucción masiva, vengan a verlo», quizá todavía estuviera ahí el desgraciado ese. ¿Eso me hace la vida más difícil a mí como embajador? Pues claro que sí, porque a EEUU se le está culpando en Irak de una cosa que, sencillamente, no es correcta.