RAFAEL J. ALVAREZ
MADRID. - Un hombre andaluz de 42 años que se ahorca en junio. En la batidora de la estadística, ése es el perfil externo del suicida, como si todas las características mayoritarias de quienes acaban con su propia vida se encarnaran en una sola. Pero detrás de la media se acaban vidas enteras, nueve al día, 3.381 suicidios el año pasado en un país que se mata en primera persona una vez cada dos horas y 30 minutos colgándose del cuello o tirándose al vacío.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado esta semana las tablas de los muertos de 2005. Al sur de su página web, en el final de los finales calculados, está el suicidio. Cada número aupado a esa casilla es el resultado de un informe de los juzgados de Instrucción, los que fueron al lugar de los hechos para hacer la última inscripción de la vida de esa persona y la primera de su muerte.
Y sumando boletines, el INE ha revelado que de cada cuatro suicidas tres son hombres, que la edad más habitual en varones ronda los 40 años y en mujeres los 70, que el 93% de quienes acaban con su vida son españoles, que el método preferido para terminar es el ahorcamiento, que Andalucía es la comunidad y Barcelona la provincia con los más altos números absolutos de suicidas consumados, y que la primavera (abril y junio) altera la sangre en mayoría.
Las 3.381 personas que se suicidaron el año pasado en España (quinto país de la UE con menor mortalidad por esta causa) son protagonistas de una tendencia estadística noticiosa. Es la primera vez desde 2001 que desciende el número de suicidas.
Cuenta el Ministerio de Sanidad que hasta mediados de los años 80 la curva subió considerablemente rozando los 4.000 muertos voluntarios. Después, hubo un descenso que culminó en 2001 con 3.189 suicidas. Pero, a partir de ahí, los últimos años han ido sumando progresivamente más vidas de menos hasta llegar a 2004 y sus 3.507 personas suicidadas. Por eso, los datos que acaba de publicar el INE suponen un pequeño corte en la cuesta de la muerte.
Cambia el número pero no la forma. ¿Cómo se automuere en España? Sobre todo, a la manera que el INE llama «lesión autoinfligida intencionalmente por ahorcamiento, estrangulamiento o sofocación». Es decir, suicidio con la soga al cuello. Casi la mitad de los casos del año pasado (1.628) llegó por esa vía. Arrojarse al vacío (764), envenenarse (307) o dispararse (170) son los otros tres métodos más elegidos por los suicidas. Al otro lado de esta frecuencia mortal está un caso único: un hombre de 35 a 39 años que se suicidó con una bomba.
La información del INE dice que el suicidio infantil afectó a cuatro chicos y tres chicas, siete menores de 15 años que ya no cumplirán 16. Tres de ellos se ahorcaron, dos se arrojaron a la nada, una chica se envenenó y del otro caso se desconoce el método utilizado.
Andalucía gana en esta tabla de decisiones sin retorno. Nada raro en términos absolutos, ya que es la comunidad autónoma más poblada de España. Sin embargo, en la clasificación de las provincias, los números no coinciden tanto. Barcelona es el lugar donde más suicidios hubo el año pasado (276), pero no es la provincia con más habitantes. Eso le corresponde a Madrid, que, en cambio, sumó 21 suicidas menos, 21 vidas escapadas al mapa de la muerte voluntaria.
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