Lunes, 19 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6273.
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 MADRID
Transporte
El carrito de bebé ya se sube al autobús
Desde el pasado sábado día 10 esta permitido montar en los autobuses de la EMT con carritos de bebé. M2 fue testigo de las desventuras de un padre a la hora de enfrentarse a esta prueba con su recién nacido y comprobó como casi ninguno de los viajeros ayudó al progenitor
JORGE IMBAQUINGO

Carlos, protegido para el frío en su carrito de paseo, se despeina con una sola pasada del viento. Su padre, Juancho, le pasa los dedos por su cabeza. A lo lejos se observa que el autobús se acerca y empieza a detenerse. Fernando Serna, el conductor del autobús, abre la puerta porque desde el sábado día 10 ya está permitido que las personas que van con sus hijos en sus carritos se suban en el transporte público de Madrid,

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El conductor lleva una corbata bien anudada. Sus manos huesudas aprietan el botón para ladear el autobús y bajar la distancia entre acera y la grada metálica de acceso. Aun así, es difícil subir el carrito. Las habilidades de conducción para los padres apenas se limitaban a esquivar charcos, piedras, perros malhumorados y muchachos despistados por la música de reproductores de MP3. Pero desde hace 10 días se agrega a esta lista esto de subir el coche al autobús. Son tiempos nuevos.

Esta es la cuarta ocasión que Fernando ha tenido que parar su autobús de la línea 72 (Clara del Rey) para recoger a una persona que lleva un bebé en carrito. Reconoce no estar de acuerdo con la medida tomada por las autoridades, pero la acata.

«Señales de tránsito»

El conductor recuerda que el viernes por la noche tuvo un pequeño altercado con una mujer que tenía a un bebé en una de estas sillas y quería subir a su autobús. «Ella me dijo que me iba a denunciar, pero la Ley no entraba en vigencia hasta el día siguiente. Llamé a la estación por la radio y dije lo que había pasado. Me felicitaron... ahora si alguien viene con una silla de estas, lo dejo pasar», asegura Fernando sin perder la compostura ni la atención de las señales de tránsito que tiene en su ruta. Ahora que Juancho ha podido subir al autobús, y que éste ha arrancado, lo primero que busca es un buen sitio para no interrumpir el paso del resto de pasajeros. Avista el mejor lugar, aunque está ocupado. El sitio destinado para los minusválidos.

Esto es algo que toma de sorpresa a los pasajeros. Algunos se asombran. Otros no saben cómo actuar cuando Juancho quiere ubicarse con el carrito en el lugar para los discapacitados. Hay dos personas: uno de barba con canas y Angel de Calle, de 63 años, quien va de lo más despreocupado con sus ojos perdidos en el ventanal. No se inmuta ni se mueve ante la presencia del combo padre-niño-carrito. Juancho hace una seña con los ojos, que significa «hombre, ayudadme, poneos a un lado». Sólo uno comprende y da un paso a un costado. Pero no es por la mirada de Juancho. Lo que sucede es que se aparta porque busca la puerta de salida ante la proximidad de una parada. Mientras tanto, Angel continúa con su mirada en los edificios que al parecer lo mantienen embrujado.

Juancho maniobra con el carrito que se mueve al vaivén del autobús. El conductor que va agazapado al volante, explica que lo más importante es que los padres se aseguren de que el carrito tenga frenos o algún dispositivo que permita que las ruedas no se muevan libremente. «Yo he visto cómo personas fuertes se caen por algún frenazo sin importancia. No quiero ni imaginar lo que sucedería con un niño en esas sillas que no tienen cinturón. Además los niños nunca están asegurados, podrían salir disparados», explica con una voz ronca. «Hay que tener claro», agrega el chófer, «que en un autobús sólo puede viajar un pasajero con un carrito de bebé. De la misma forma, que no se permiten sillas dobles, para gemelos. Eso no pone en riesgo a los niños», agrega. Sandra que viaja en un asiento posterior del autobús, está segura que esta medida será beneficiosa para ella, porque su hija le ha dado una nieta y ella la tiene a su cargo: aun así, no está segura de que la silla de la niña tenga las condiciones ideales para hacer un viaje en transporte público.

Juancho hace detener al autobús. Con más decoro que al entrar, logra que su hijo, Carlos, no salga disparado, como pensaba el conductor que sucedería. Con cuidado la silla vuelve a rodar por la acera, que parece que es su lugar natural. Si Juancho decidiera hacer la misma ruta en Metro, desde Alfonso XIII a Avenida de América, habría encontrado más obstáculos. Sólo el traslado al andén de la línea 4 que lo llevaría de regreso tiene dos escaleras, que resultan imposibles con un carrito de bebé.


Recuperar imagen en la EMT

La Federación de Transportes de UGT de Madrid considera que la autorización del Gobierno regional para que puedan entrar los carritos desplegados en los autobuses de la EMT «responde a la necesidad de recuperar imagen de cara al electorado y con la mirada puesta en las próximas citas electorales».

«Sin embargo habría que recordar al Gobierno regional -añade UGT- que las prisas no son buenas consejeras y que estas decisiones precipitadas pueden volverse en contra».

UGT considera que «no es ésta la preocupación de los trabajadores de los autobuses urbanos e interurbanos sino las responsabilidades que se pueden derivar hacia su persona en caso de accidentes, con daños y lesiones para los ocupantes de los autobuses».

Para la UGT lo sensato hubiera sido tener el dictamen del Consejo de Estado en relación con el Reglamento del Usuario y, en definitiva, el propio reglamento aprobado y puesto en vigor con todos los trámites que son necesarios.

El sindicato considera que el hecho de que los carritos de los niños suban a los autobús supone una situación de indefensión al conductor de autobuses ante la falta de una norma que no impide, a cualquier usuario, demandar a los conductores.

Los responsables de Transportes de UGT creen que el Gobierno regional ha olvidado las necesarias inversiones para adaptar la flota de autobuses urbanos y de manera muy especial, la de interurbanos para que dicha autorización sea efectiva y segura. Según el sindicato, el 90% de los autobuses interurbanos carecen de las condiciones mínimas de acceso.

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