Lunes, 19 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6273.
ÚLTIMAS NOTICIAS TU CORREO SUPLEMENTOS SERVICIOS MULTIMEDIA CHARLAS TIENDA LOTERÍAS
Primera
Opinión
España
Mundo
Ciencia
Economía
Motor
Deportes
Cultura
Comunicación
Última
Índice del día
Búsqueda
 Edición local 
M2
Catalunya
Baleares
 Servicios 
Traductor
Televisión
Resumen
 de prensa
Hemeroteca
Titulares
 por correo
 Suplementos
Magazine
Crónica
El Cultural
Su Vivienda
Nueva Economía
Motor
Viajes
Salud
Aula
Ariadna
Metrópoli
 Ayuda 
Mapa del sitio
Preguntas
 frecuentes
La audiencia no suele tener ni idea de que la versión censurada de la película que ven no es la original (Todd Solondz)
Haz Click Aquí
 MUNDO
DESAFIO ATOMICO / Política de acoso y derribo
Los 'neocon' recobran influencia ante Bush y presionan para bombardear Irán
Las tácticas empleadas, desde la manipulación de las pruebas al contacto con el exilio, son las mismas que precedieron a la Guerra contra Irak
CARLOS FRESNEDA. Corresponsal

El próximo miércoles, coincidiendo con el fin del plazo de 60 días dado a Irán para suspender su programa de enriquecimiento de uranio, el director del Organismo para la Energía Atómica (OIEA), Mohamed el Baradei, tiene previsto informar oficialmente a ese organismo de la negativa del Gobierno de Mahmud Ahmadineyad a cumplir tal exigencia. La postura de Teherán refuerza las posiciones de los sectores más duros de la Administración Bush, que entienden que se da la justificación idónea para atacar a Irán y derribar su régimen. El Pentágono concentra importantes fuerzas aeronavales en el Golfo Pérsico y el Océano Indico, tropas y baterías 'Patriot', lo que ha hecho disparar las especulaciones sobre la posibilidad de un inminente ataque.

Publicidad
NUEVA YORK.- Los neoconservadores que tramaron la Guerra contra Irak han recuperado las posiciones perdidas en la Administración Bush y han lanzado una campaña similar con un solo objetivo: bombardear Irán. Las tácticas empleadas -manipulación de pruebas, contactos con el exilio, operaciones de propaganda- son las mismas que allanaron el camino hacia Bagdad y el presidente Bush ha vuelto a hacer suyos los argumentos en su escalada contra Teherán.

Pese a los cambios de guardia y al caos de Irak, los neoconservadores -o neocons- nunca acabaron de replegarse y han seguido trabajando a la sombra de su más alto representante, el vicepresidente Dick Cheney, que empotró a su propia hija, Elizabeth Cheney, en el Departamento de Estado y la puso al frente del Grupo de Operaciones Irán-Siria (ISOG), trabajando en pos del «cambio de régimen» en Teherán.

Como ocurrió en la Guerra de Irak, los servicios de Inteligencia del Pentágono han hecho la guerra por su cuenta y han mantenido contactos secretos con dudosos líderes iraníes del exilio como Manucher Ghobanifar (el equivalente a Ahmed Chalabi, el exiliado iraquí que convenció a EEUU para que fuera a la Guerra contra Irak), implicado en su día en el escándalo Irán-Contra. La CIA ha desacreditado como «no creíble» a Ghobanifar.

El fiasco de Irak no ha impedido que otro destacado ultraconservador, el ex asesor del Pentágono Richard Perle, vuelva a la acción en el nuevo frente. Según la revista The American Prospect, Perle está detrás de la creación, en octubre, del Iran Entreprise Institute (IEI), encabezado por su protegido Ami Abbas Fakhravar, un disidente de 31 años que llegó a Washington el pasado mes de mayo con la vitola de líder juvenil de la resistencia contra los mullahs.

El IEI es el último brazo ideológico del American Enterprise Institute (AEI), el reputado think tank de los neoconservadores, con lazos estrechos con la Casa Blanca. El propio Bush eligió esta semana el púlpito del AEI para desviar la atención sobre Afganistán, en lo que se interpreta como un respaldo simbólico a los neocons de cara a la que tal vez sea su batalla decisiva.

Ya en noviembre de 2001, el neoconservador Eliot Cohen anticipaba así la estrategia en el Wall Street Journal: «El derrocamiento del primer estado musulmán teocrático revolucionario (léase Irán) y su sustitución por un Gobierno moderado o secular sería una victoria tan importante en esta guerra como la aniquilación de Bin Laden».

Cinco años después, Joshua Muravchik, del American Enterprise Institute (AEI), lo dice aún más claro en un artículo incendiario publicado en las páginas de Los Angeles Times: «Debemos bombardear Irán (...). La diplomacia no está sirviendo de nada para detener la amenaza nuclear iraní».

«Si Ahmadineyad pone su dedo en el gatillo, todo lo que ha hecho Bush hasta la fecha caerá en el vacío», advierte Muravchik. En 2003, durante la cena de gala del AEI, el presidente Bush se refirió al AEI como la sede «de algunas de las mejores mentes del país».

Después de unos cuantos meses en dique seco, los ideólogos neoconservadores vuelven a la carga. El punto de inflexión, según revela en su último número la revista Vanity Fair, se produjo el pasado 14 de diciembre, cuando Bush rechazó las conclusiones del Grupo de Estudio de Irak y encontró solaz en el informe firmado por otro experto del AEI, Frederick Kagan.

Eligiendo la victoria: un plan para el éxito en Irak, se titulaba el informe de Kagan, que rebatía las conclusiones de los generales Casey y Abizaid, y concluía que 21.500 tropas que Estados Unidos va a enviar a Irak serían suficientes para pacificar el país. Bush no sólo dio por bueno el consejo de los neoconservadores, sino que aprovechó la presentación de su nueva estrategia en Irak para iniciar la escalada dialéctica contra Teherán y autorizar a sus soldados a actuar contra los iraníes infiltrados en Irak.

Por si el argumento nuclear no fuera suficiente, la Administración Bush esgrime ahora la «evidencia» de que Irán está contribuyendo a la desestabilización de Irak. Para evitar paralelismo con las armas de destrucción masiva de Sadam que nunca aparecieron, los soldados norteamericanos mostraron esta vez in situ la colección de latas explosivas de procedencia iraní y con gran capacidad de penetración -conocidas con la siglas EFP- que han sido usadas para matar a más de 170 soldados norteamericanos en los últimos tres años.

La tensión escénica va en aumento. Hillary Clinton ha advertido esta semana al presidente Bush de que no utilice la autorización que en su día obtuvo en Irak como «un cheque en blanco» para atacar Irán. La Cámara de Representantes, sin embargo, ya dio un espaldarazo moral a la Administración Bush cuando aprobó en el mes de septiembre (por 397 votos a favor y 21 en contra) la Iran Freedom and Support Act, que prohíbe el uso de la fuerza militar pero proclama la necesidad de contener la actual amenaza del régimen iraquí y apoyar la causa de la democracia y la libertad en el país.

Es una ley muy similar a la Iraq Liberation Act, de 1998, en la que Estados Unidos se comprometía a ayudar a los grupos iraquíes en el exilio y a llevar a Sadam Husein ante un tribunal internacional.

recomendar el artículo
portada de los lectores
copia para imprimir
Información gratuita actualizada las 24 h.
 SUSCRIBASE A
Más información
Renovar/Ampliar
Estado suscripción
Suscríbase aquí
Suscripción en papel
  Participación
Debates
Charlas
Encuentros digitales
Correo
PUBLICIDAD HACEMOS ESTO... MAPA DEL SITIO PREGUNTAS FRECUENTES

elmundo.es como página de inicio
Cómo suscribirse gratis al canal | Añadir la barra lateral al netscape 6+ o mozilla
Otras publicaciones de Unidad Editorial: Yo dona | La Aventura de la Historia | Descubrir el Arte | Siete Leguas

© Mundinteractivos, S.A. / Política de privacidad