Lunes, 19 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6273.
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DESAFIO ATOMICO / La estrategia del Pentágono
EEUU se prepara para una guerra aeronaval en Oriente Próximo
Washington lanza su mayor despliegue militar en el Golfo Pérsico y el Océano Indico desde la invasión de Irak
PABLO PARDO. Especial para EL MUNDO

WASHINGTON.- «La guerra contra Irán empezará el jueves, con un bombardeo desde la isla británica de Diego García, cuando la ONU constate que Teherán no está cumpliendo la resolución 1737, que le exigía parar su programa nuclear». John Pike, director del think-tank Global Security, explicaba así la semana pasada a este periódico lo que puede estar avecinándose. Una perspectiva que, sin embargo, sigue siendo desmentida por la Administración estadounidense. «Por enésima vez: no estamos buscando una excusa para ir a la guerra contra Irán, no estamos planeando una guerra con Irán», dijo el jueves el secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, tras comer con George W. Bush a su regreso, precisamente, de un viaje a Oriente Medio.

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Los estadounidenses, sin embargo, parecen más cerca de Pike que de Gates. Un 56% de ellos cree «probable o muy probable» que Estados Unidos vaya a la guerra contra Teherán en el próximo año. Una tesis que está extendida también entre la clase política. «El presidente no tiene poderes para invadir Irán», advirtió el jueves Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, el tercer cargo con mayor importancia institucional en EEUU. El propio Gates ha admitido que «somos sensibles a ese escepticismo» con respecto a las declaraciones de la Administración.

El escepticismo se basa en varios motivos. Por un lado, está la propia opinión pública estadounidense, totalmente dividida acerca de qué hacer con Teherán. Un 43% cree que Washington debe «adoptar una posición dura contra Irán». Es exactamente el mismo porcentaje que opina que «hay que evitar un conflicto militar con Irán».

Así pues, aunque la popularidad de Bush esté sepultada en un abismal 30%, la Casa Blanca es consciente de que atacar la república islámica no es, ni de lejos, una opción políticamente suicida. Las acusaciones de que Teherán está dando armas a algunos insurgentes iraquíes están creando la impresión en EEUU de que, si se ataca a Irán, la situación en Irak mejorará.

Es, a fin de cuentas, la reedición de la vieja frase que justificó la invasión de Irak: «El camino hacia Jerusalén pasa por Bagdad». Es decir: si EEUU invadía Irak y derrocaba a Sadam Husein, la paz entre palestinos e israelíes estaría al alcance de la mano. Ahora, demostrada la falsedad de aquella premisa, parece que el camino a Bagdad pasa por Teherán.

Pero el principal argumento de quienes temen una guerra es el ruido de sables en el Golfo Pérsico y el Océano Indico. EEUU ha lanzado su mayor despliegue militar en la región desde la invasión de Irak. ¿Con qué objetivo? ¿Una demostración de fuerza? ¿Una provocación a Teherán que acabe provocando una escalada, como sucedió con el famoso incidente del Golfo de Tonkín en Vietnam, que provocó la intervención masiva de EEUU en el sudeste asiático? ¿O un ataque en toda regla? Nadie lo sabe. Pero el despliegue es serio. Éstos son sus elementos:

Un almirante:

Su nombre es William Fallon, y el mes que viene asumirá el mando del Comando Central (CentCom) de EEUU, con lo que tendrá bajo su mando todas las fuerzas estadounidenses desde Egipto hasta Afganistán. Es un nombramiento sin precedentes. Desde su creación, en 1983, el CentCom ha tenido siete comandantes. Todos eran generales del Ejército o de los marines. Nombrar a alguien de esas ramas de las Fuerzas Armadas sería aún más lógico ahora, cuando EEUU tiene más de 150.000 soldados combatiendo en Irak. Pero Washington ha elegido a un especialista en operaciones navales y aéreas, en particular en bombardeos desde portaaviones.

Dos portaaviones

: En las próximas semanas, EEUU tendrá dos portaaviones nucleares con 80 aeronaves cada uno frente a Irán, en el mar de Omán, más al menos 16 barcos de superficie y media docena de submarinos nucleares con misiles.

La última vez que Estados Unidos tuvo dos portaaviones en el Mar de Omán fue durante la invasión de Irak. Uno de los dos portaaviones que EEUU está enviando a la región, el John Stennis, hizo unas maniobras en noviembre en las que simulaba «operaciones militares contra un Gobierno democrático recientemente elegido atacado por una creciente insurgencia. Las operaciones se llevan a cabo en un contexto de un creciente malestar de la población local y una creciente tensión a nivel mundial como consecuencia de las ambiciones nucleares de un país vecino».

Misiles 'Patriot':

Estados Unidos está enviando misiles antimisiles Patriot a la región, aunque mantiene secretos sus emplazamientos. Esos misiles no tienen valor alguno contra la insurgencia iraquí. Pero sí contra un eventual ataque iraní con misiles contra las instalaciones petroleras en el Golfo, o contra Israel.

Los marines:

Washington ha ordenado el despliegue de un Grupo Expedicionario de Ataque de la Infantería de Marina (los marines) en Bahrein. Son 2.200 soldados especializados en llevar a cabo operaciones anfibias, como podría ser, por ejemplo, atacar las bases de los Guardianes de la Revolución en la costa de Irán. Les apoyan al menos media docena de barcos de superficie -entre ellos, tres navíos especializados en desembarcos- y varios submarinos nucleares.

Los británicos

: Por increíble que parezca, Estados Unidos apenas tiene dragaminas. Así que el Reino Unido ha enviado dos barcos de ese tipo a la zona. Es un número aparentemente insuficiente para cubrir toda la costa de Irán. Pero su utilidad podría ser muy grande para mantener el Estrecho de Ormuz, por el que pasa el 20% del petróleo mundial, abierto en el caso de que Teherán tratara de cerrarlo como represalia de un bombardeo.

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