Con tupé encopetado a lo Travolta, ojillos rasgados y corto de estatura, cualquiera podría pensar que el extraterrestre es él. Sin embargo, Lavbin no se achica cuando los científicos echan por tierra su teoría sobre el fenómeno Tunguska, según la cual fue una nave de otro planeta lo que destruyó el cometa que explotó el 30 de junio de 1908 sobre una zona despoblada de Siberia.
La explosión (cuya potencia se calcula entre 10 y 20 megatones) arrasó una zona boscosa de más de 2.000 kilómetros cuadrados, tumbó de golpe 80 millones de árboles y pulverizó manadas de renos. Aquella «bola de fuego más brillante que el sol», como la describieron algunos testigos que la avistaron cuando viajaban en el Transiberiano, desató una polvareda de teorías sobre la naturaleza del asteroide, cuya misteriosa detonación sigue hoy en el aire.
Las huellas del cataclismo cósmico, que sacudió el imperio de los zares nueve años antes de que Lenin lo desmontara con su revolución, sólo fueron constatadas en 1927 por el minerólogo soviético Leonid Kulik que, para su sorpresa, no halló en la zona ningún cráter ni restos del meteorito. En los años 60, el geoquímico Kiril Floremski descubrió que una fina capa de polvo de magnetita cubría todo el área y defendió su teoría del cometa (que al estar compuesto de hielo y gas apenas habría dejado rastros). Aunque la tesis del cometa es hoy la más sólida, las expediciones y las hipótesis sobre qué fue lo que estalló sobre Tunguska se suceden. Desde que fue un miniagujero negro que atravesó el globo terrestre, hasta un pedazo de antimateria o un trozo desprendido del cometa Encke, pasando incluso por una explosión de metano expelida por la Tierra.
Cien años después, el misterio sobre la explosión del cometa Tunguska sigue trayendo cola. Sin embargo, la hipótesis que ha dejado caer el ingeniero y ufólogo Yuri Lavbin pasa por ser la más impactante entre los entusiastas de lo paranormal. Según Lavbin, el cometa fue destruido por «un objeto volador de origen extraterrestre» que quiso evitar una catástrofe exterminadora. «Este cometa tenía una masa enorme y si hubiera impactado contra la Tierra a una velocidad de 10 kilómetros por segundo, las destrucciones habrían sido enormes», asegura Lavbin a este diario. Contactado telefónicamente, el ingeniero siberiano asegura que la supuesta nave extraterrestre (él prefiere utilizar el término «objeto de origen tecnológico») que le ahorró el golpe a la Humanidad, se estrelló sobre la estepa siberiana en un punto que dice tener localizado. «El cometa fue aniquilado a una altura de unos 10 kilómetros y sus restos se dispersaron por toda la región de Krasnoyarsk», explica Lavbin, que preside la Fundación siberiana sobre el fenómeno Tunguska.
Fue en 1998 cuando Lavbin decidió ampliar el radio de investigación tradicional, concentrándose en una zona situada a unos 250 kilómetros al oeste del clásico epicentro, cerca del poblado Vanavara. Unas fotos tomadas por satélite le revelaron dos líneas de destrucción sobre la taiga que se separaban del epicentro. Tras varias expediciones, Lavbin dijo haberse topado con «dos bloques» de composición metálica «muy dura» que permanecen clavados en la tierra y que, según él, son los restos de la nave kamikaze que destruyó el cometa. «Miden metro y medio de largo por metro y medio de ancho, pero la profundidad no la sabemos porque no hemos excavado», explica.
«Es muy difícil excavar porque hay muchas piedras», advierte Lavbin, que arrancó un trozo del bloque, lo analizó y dice que se trata de siliciuro. «Es una aleación de silicio y hierro puros, imposible de realizar en la Tierra porque el hierro se oxidaría», explica con voz atiplada. Lavbin mantiene en secreto las coordenadas del lugar donde yacen los bloques a la espera de que pueda montar una expedición para excavarlos, que pospone año tras año debido a la falta de financiación.
Si muchos ufólogos han sido abducidos por esta tesis de ciencia ficción, otros tantos científicos tachan a Lavbin de «charlatán», y creen que los bloques han sido forjados por su imaginación o son restos de cohetes soviéticos. En su defensa, Lavbin esgrime que los pocos investigadores que lo visitan interesándose por sus rocas se quedan boquiabiertos y «se rinden» ante él.
Yuri Lavbin lleva 10 años metiéndole piedras en el zapato a la comunidad científica. Alguna de ellas de hasta varios kilos de peso, como las rocas «de origen cósmico» que dice haber recogido en el valle del río Podkámenaia Tunguska. No en vano, además del pedazo de siliciuro, Lavbin guarda hasta 500 kilos de piedras, algunas -dice- «de composición similar a las rocas de Marte», halladas en la zona circundante a Tunguska.
LO DICHO Y HECHO
«Es imposible que los materiales que hemos encontrado se hayan fabricado en la Tierra»
1939: Nace en Krasnoyarsk (Siberia central). Años 60: Se licencia en la facultad politécnica. 1996: Crea una fundación sobre el fenómeno Tunguska.1998: En una conferencia científica, defiende su hipótesis sobre la destrucción del cometa Tunguska por un OVNI. 2004: Dice haber hallado unos bloques de siliciuro de origen extraterreste a 250 kilómetros de la zona del impacto. 2007: Analiza todas las rocas encontradas en la zona.
