Martes, 20 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6274.
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Negar un hecho es lo más fácil del mundo. Mucha gente lo hace, pero el hecho sigue siendo un hecho (Isaac Asimov)
 CATALUNYA
BULEVAR
Empatía o sensibilidad
CRISTINA PERI ROSSI

De chica no podían llevarme al circo: en lugar de divertirme con los payasos, me ponían triste, preguntaba por qué estaban disfrazados de esa manera tan ridícula, sufría con los trapecistas, temía que se cayeran y me parecía que obligar a un león a atravesar un aro encendido era angustiante. Después, leí El Diario de Ana Frank, La Madre, de Gorki y vi Roma, cittá aperta, o Vuelan las grullas. Los niños tienen una capacidad innata para identificarse, una capacidad empírica que les permite aprender rápidamente y que van perdiendo con los años. A medida que crecemos nos volvemos más insensibles, más duros, y podemos leer las noticias del periódico mientras mordemos un cruasán, o ver las matanzas en la televisión en el almuerzo o en la cena.

Yo no me he convertido en una adulta a pesar de mi edad: sigo identificándome con las víctimas y sufriendo con las atrocidades de este mundo. Por eso no enciendo el televisor más que para ver partidos de fútbol o películas y lo hago, siempre, en compañía: el dolor es menor si hay una mirada cariñosa al lado. Y me pregunto, asombrada, qué les pasa a todos los que pueden contemplar el mal, el daño, las atrocidades con indiferencia, como algo que le sucede a los otros. Es posible que mi límite entre yo y las víctimas sea más endeble, o que tenga una capacidad de identificación mayor que me hace más empática. A veces, en medio de una comida con el televisor proyectando imágenes de guerra o de accidentes he dejado de comer y le he preguntado a la dueña de casa que parloteaba y comía al mismo tiempo: «¿Estás mirando en la pantalla lo que yo veo?», entonces, la anfitriona, consciente del horror, me ha dicho: «Tienes razón, pero yo no presto atención al televisor, me sirve de telón de fondo». Un telón de fondo de hombres violentos que asesinan a sus mujeres, un telón de fondo de guerras, matanzas, y torturas. Es cierto que el mal ha existido siempre, y con no verlo, no contribuyo de manera significativa a su extinción, pero no lo contemplo con indiferencia: me revuelve las tripas.La empatía es la única forma de redención posible ante el daño causado. Por eso es inútil la reinserción de los maltratadores mientras no puedan comprender y sentir aunque sea una parte del dolor que han provocado. Y vale, también, para todos aquellos que lo han hecho en nombre de una ideología política o religiosa.

¿Se acuerdan de la época en que hicimos campaña para no regalar a los niños pistolas o revólveres? Parece una ingenuidad, frente al inmenso despliegue de violencia que ofrece esta gran feria del progreso que es el capitalismo, donde al soldado que tiene pesadillas después de haber bombardeado una ciudad se lo clasifica de neurótico de guerra, o donde en nombre del relativismo cultural, somos comprensivos con una religión que amputa el clítoris de las niñas y les cose los labios genitales para mayor goce del varón. ¿Somos comprensivos o somos insensibles?

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