RUBÉN AMON. Corresponsal
PARIS. - La profesión de contertulio se ha puesto bastante complicada en el escaparate de la política francesa. Especialmente después de haberse producido el sacrificio de Alain Duhamel, vaca sagrada del orbe mediático y destinatario de una carta de la televisión pública donde se le invita a reposar domésticamente mientras se desarrolle la campaña electoral.
No le ha gustado a la jerarquía del Ente francés que el veterano opinionista haya deslizado sus preferencias hacia la figura de François Bayrou, líder del partido centrista (UDF) y árbitro ideológico en el duelo Ségolène-Sarkozy. Duhamel recomendó el voto del camarada gaullista, pero no lo hizo en la cadena pública ni en ningún otro medio informativo. Se limitó a distinguir sus preferencias con motivo de un debate a puerta cerrada organizado en el Instituto de Estudios Políticos el pasado noviembre.
Tres meses después ha llegado a su poder la notificación de una tregua temporal porque circula clandestinamente un vídeo pirata con las declaraciones partidistas. A juicio de la cadena France 2, la posición de Duhamel contradice los principios de la ética y de la neutralidad, como también le excluye de participar en cualquier acontecimiento informativo donde vaya a aludirse a las elecciones presidenciales de abril/mayo.
El castigo ha molestado especialmente a François Bayrou, aunque también ha llamado la atención en el acuartelamiento socialista. De hecho, Dominique Strauss-Kahn, rival de Ségolène Royal en las primarias del partido, considera que la suspensión de Duhamel desempolva las prácticas inquisitoriales contra los delitos de opinión y abre un escenario «sumamente preocupante».
La red de cadenas públicas, sin embargo, esgrime a su favor que los medios estatales están obligados a velar por la transparencia. De otro modo, no hubieran retirado de los telediarios las populares figuras informativas de Beatrice Schoenberg (France 2) y Marie Drucker (France 3).
Ambas tendrán que permanecer en la nevera hasta que se resuelvan los comicios presidenciales. No porque se hayan alineado a favor de alguna de las candidaturas en juego, sino porque se considera desde arriba que sus relaciones sentimentales con sendos ministros del Gobierno actual podrían derivar la línea editorial de la televisión pública a un escenario sospechoso.
Madame Schoenberg, rostro histórico y matriarcal de los hogares franceses, contrajo nupcias con el ministro de Cohesión Social, Jean-Louis Borloo, mientras que Marie Drucker se ha arrejuntado con Francois Baroin, titular de la cartera de los territorios de ultramar. El conflicto de intereses ha adquirido un aspecto más preocupante en el frente de Duhamel. Resignado a un papel de comparsa en la televisión pública, el periodista francés, de 66 años, tampoco podrá servirse de los micrófonos de la emisora RTL para sus homilías matinales.
La emisora privada francesa entiende que es un problema de coherencia. Coherencia y, en cierto modo, amordazamiento, puesto que comienza a percibirse en la campaña el fantasma de la censura.
|