J. A.
MADRID.-
Se supone que cuentan con dos de las mejores plantillas de Europa. Presentan un ilustre pasado, avalado por 13 títulos europeos y por ser los dos clubes con más títulos en España y en Alemania. Pero el Real Madrid y el Bayern Múnich rivalizan en la actualidad por ver cuál de los dos lo hace peor. Y hay varias razones para explicar los dos desastres que van a someterse al espejo de las comparaciones en la noche del Bernabéu.
Sin creatividad.
El Bayern no tiene imaginación ni capacidad de toque y distribución en el centro del campo. El fútbol alemán jamás se ha caracterizado por el talento y la sutileza, pero el equipo bávaro siempre presentaba algún jugador diferente, capaz de sacar escuadra y cartabón, de dar un pase en condiciones. Effenberg o Scholl son los últimos exponentes. Ahora todos sus centrocampistas son de choque, destructores que recorren kilómetros, pero que tienen problemas cuando deben tratar con el balón. Nadie ejerce el mando.
El Madrid no es alemán, pero ahora lo parece. Ha renunciado a todo tipo de control de juego hasta el punto de que varios jugadores, como Guti o Helguera, han reconocido que el equipo juega mejor a la contra y fuera de casa, sin llevar la iniciativa. Es la primera vez en la Historia del club que se admite esta opción de equipo pequeño.
Capello apostó por Emerson y Diarra para esa zona, toda una declaración de intenciones. No quiere el balón. Ha cambiado después y pese al fichaje de Gago o a esporádicas presencias de Guti en el centro, el equipo sigue la inercia de dejarse dominar, de renunciar a la posesión. Fuera de casa, los resultados han acompañado, pero en casa, cuando hay que construir, las limitaciones quedan al desnudo. El equipo no sabe crear, suelta pelotazos sin sentido para que Van Nistelrooy cace algún melón. Guti es la única referencia, pero comienza a estar desesperado. Todos los rivales lo tienen claro. Es el hombre a anular.
Problemas defensivos.
El Bayern es un coladero por el centro de la defensa, donde Lucio insiste en creerse Beckenbauer y abandonar su cueva, y el belga Van Buyten es una especie de armario empotrado con todas sus puertas abiertas. Además, el centro del campo, plagado de supuestos recuperadores, no roba con facilidad. Los balones cruzados son una tortura. El Madrid no encuentra los automatismos ni en la presión ni en otros conceptos defensivos. Casillas sigue atajando muchos balones con peligro y su condición de salvador se mantiene. Cannavaro sólo juega con su Balón de Oro. Al de cuero no le encuentra el gusto.
Sin gol.
Sólo el aislado Van Nistelrooy marca en el Madrid. Y de tarde en tarde. Sus compañeros juegan a cientos de metros y el contacto es imposible. Las modestas cifras anotadoras de sus compañeros no ayudan. Makaay, en el Bayen, no tiene un pasador en condiciones y sufre la abundancia de peones de brega.
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