Detrás de sus gafas, más allá de la timidez, Eduardo Maciá, esconde una mente privilegiada. Con 20 años decidió terminar sus estudios de Ingeniería y tomar un camino lateral del fútbol. Jesús Martínez y Subirats, entonces en la dirección deportiva del Valencia, ya se habían fijado en que aquel juvenil no sólo jugaba. Vivía el fútbol. «Yo estaba pendiente de todo lo que rodea a este deporte. Los jugadores, los técnicos, me saqué el carné de entrenador», recuerda. De modo que, con 20 años, comenzó a trabajar en una secretaría técnica.

Desde entonces ha perdido la cuenta de cuántos aviones ha cogido y en cuántos países ha estado. Cuatro o cinco vuelos por semana hacen una cifra inabarcable, y hablando de países «en todos los lugares del mundo donde el fútbol es mínimamente importante. Lo malo es que sólo conozco aeropuertos, hoteles, ciudades deportivas y estadios». En Valencia conoció a Benítez y el pasado junio se marchó con él a Liverpool.

En Melwood, la ciudad deportiva del club, organiza el trabajo de un equipo de ojeadores a sueldo del Liverpool. Tiene a su cargo a 15 personas, repartidas por toda Europa y con un ojeador que rastrea Suramérica. «Conocemos el mercado desde dentro. Sabemos todo del futbolista, cómo entrena, cómo juega, su entorno...», dice mientras se protege del frío con un chaquetón personalizado, sus iniciales grabadas en el pecho. Algo así como un espía. «En cierto modo la gente nos conoce con esa palabra, y algo de ello tenemos», concede. Sin darse una pizca de importancia, dice que en los informatizados archivos de Melwood puede haber información de 10.000 jugadores.

«En cada época tenemos 60 o 70 jugadores con informes ya finales, filtrados en función de las necesidades del equipo», cuenta alguien que el pasado mes fichó a Arbeloa, Mascherano, Insúa y al malagueño Francis Durán. Apunta que, cerrado el mercado de invierno, comienza el trabajo de verano. Cada lunes, dice a sus 15 ojeadores dónde, cómo y a quién tienen que ir a ver esa semana. El informe estará al lunes siguiente en el ordenador. Allí se explica cómo juega, su forma de ser, su disposición en los entrenamientos, la relación con sus compañeros...

Cuando no está organizando, está viendo partidos de fútbol. Tres o cuatro cada día, facilitados por un sistema de antenas y conexiones digitales que captan casi cualquier televisión del mundo. Un programa informático se encarga de grabar casi todos los partidos de fútbol del mundo.