Martes, 20 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6274.
ECONOMIA
 
GUERRA INMOBILIARIA/ La larga batalla de un año por el control de la compañía fuerza una solución salomónica, por la que el empresario jerezano se queda con la francesa Gecina, y el catalán con la compañía en España
La guerra entre Rivero y Sanahuja acaba por romper en dos Metrovacesa tras atraer a miles de accionistas
BALTASAR MONTAÑO

MADRID.- Román Sanahuja y Joaquín Rivero acaban de fulminar un sueño inmobiliario que comenzó hace 50 años y había cristalizado en Metrovacesa, una de las grandes inmobiliarias españolas. Y lo han hecho de una forma tan insólita que pone de manifiesto el enconamiento en el que se había enquistado una batalla por el control de la sociedad que comenzó hace ahora un año.

Sanahuja, que a través de Sacresa controla el 39,62% de Metrovacesa, y Rivero, que junto a su socio, Bautista Soler, posee el 33,15%, han optado por una solución salomónica que no tiene precedentes en Europa y, sin duda, será analizada en las escuelas de negocio. Los accionistas de referencia han decidido dividir en dos un gigante inmobiliario europeo que a partir de ahora será más pequeño, local y menos competitivo.

La familia catalana se queda con la Metrovacesa española, mientras su actual presidente, Joaquín Rivero, y su socio Soler se harán con el control de Gecina, la pata francesa del grupo. Los activos de la primera están valorados en 7.480 millones de euros, según datos de junio de 2006, mientras Gecina, también a esa fecha, contaba con un valor de 9.701 millones de euros. A finales del pasado año, la francesa actualizó su valorización, que se disparó un 26% en 12 meses, hasta los 12.000 millones, de ahí que la división de Metrovacesa tendrá que contemplar estas diferencias.

De hecho, según las fuentes consultadas, tres proyectos en construcción para patrimonio en alquiler de la compañía en España también se quedarán en manos de los actuales gestores, que para rizar más el rizo tendrán que crear una nueva sociedad al margen de Metrovacesa que aglutine estos activos. Por su parte, la familia Sanahuja retendrá una parte minoritaria del patrimonio actual de Gecina.

Con la muerte del gigante se rompe el gran sueño de Rivero, el empresario jerezano que hace 10 años compró, al antiguo BCH, una pequeña inmobiliaria llamada Bami. Ésta se fusionó con Zabálburu y posteriormente, en 2002, se hizo con el control de una mucho mayor, Metrovacesa, que bajo la gestión de Rivero dio el salto a Europa con su desembarco en Francia, al comprar Gecina. Esta operación convirtió a Metrovacesa en la primera inmobiliaria española y la tercera de la zona euro, según sus gestores. Ahora, es el propio Rivero el que hace las maletas, deja atrás su sueño y se marcha a Francia, pues es presidente y consejero delegado de Gecina.

A partir de ahora se abre un complicado proceso que durará varios meses, en el que los socios tendrán que definir cómo van a segregar en dos compañías los activos. Será en el consejo de mañana por la tarde cuando ambos accionistas presenten sus propuestas, después de que durante todo el fin de semana ambas partes negociaran a marchas forzadas la división de la empresa.

Si la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) da el sí a las propuestas, se crearán dos sociedades independientes. Los accionistas minoritarios, entre los que se encuentran la familia Lara (5,18%) o la inmobiliaria Prasa (3%), pero también miles de pequeños ahorradores que compraron acciones al calor de las subidas tendrán ahora que esperar a la Oferta Pública de Adquisición (OPA) que, según la ley, tendrá que lanzar la familia Sanahuja sobre el 100% de la que será nueva Metrovacesa en España.

La información facilitada ayer por las dos partes no fue suficiente para que la CNMV levantara la suspensión de los títulos de la compañía, que ayer no cotizó en toda la jornada. De hecho, algunas fuentes jurídicas mostraron sus dudas sobre que la CNMV acepte la propuesta de las partes, especialmente en cuál será el sistema para garantizar los derechos de los pequeños accionistas, que una vez finalizado el proceso ya no podrán pertenecer a la Metrovacesa en la que entraron. Estas fuentes además afirmaron ayer que la operación de escisión será muy compleja y requerirá de varias operaciones corporativas.

Los equipos jurídicos de la familia Sanahuja y del tándem Rivero/Soler mantenían contactos para buscar una solución a la batalla desde que a finales de septiembre pasado finalizara la guerra de OPA. Ésta se saldó con el triunfo de Rivero, pero con un frágil control de la compañía. Desde entonces, dado que los Sanahuja no tiraron la toalla, las partes han venido negociando tímidamente una salida como la anunciada ayer. Las negociaciones se aceleraron en las últimas semanas por la presión que los bancos financiadores de las dos OPA del pasado año ejercieron sobre las partes, endeudadas en exceso para sacar adelante sus ofertas y con una compañía en estado de excepción.

En este proceso ha caído por el camino el propio consejero delegado de Metrovacesa, Manuel González García, hasta la semana pasada hombre de confianza de Rivero, con el que llevaba trabajando 30 años. González García abandonó sorpresivamente el proceso de negociaciones y prefirió cobrar su indemnización por el blindaje que poseía. Según fuentes del sector, su marcha dejó en una débil posición negociadora a Rivero, ya que su hombre de confianza había liderado todo el proceso negociador.


1,7 acciones por cada título de Gecina

Joaquín Rivero, Bautista Soler y la familia Sanahuja sellaron a última hora de ayer un acuerdo por el que establecen un canje de 1,7 acciones de Metrovacesa por cada una de su filial francesa Gecina, según notificaron a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

Dicho canje responde al ajuste de capital necesario para llevar a cabo la separación efectiva de la compañía y recoge las diferencias de valor entre los 12.000 millones en que está valorada la francesa y los 7.480 que vale la española.

La propia CNMV ha emitió un comunicado inmediatamente después de hacerse público este acuerdo, en el que subrayó la complejidad de la operación, al tiempo que anunció que se pronunciará sobre la misma en el plazo «más breve posible», en «estrecha colaboración» con la institución supervisora del mercado francés.

El acuerdo anunciado ayer es un hito más en la batalla que desde hace un año libran los Sanahuja contra Rivero y Soler, en la que los tres empresarios se han gastado buena parte de su fortuna en financiar las dos OPA por controlar Metrovacesa y pagar los innumerables servicios de despachos de abogados, bancos de negocios y hasta de prestigiosos detectives.

Durante esos 12 meses, el valor de la acción ha pasado de estar en el entorno de los 50 euros hasta dispararse hacia los 130 euros, alcanzados en noviembre pasado. En los últimos meses, el valor se ha corregido y cotiza en torno a 118 euros, en medio de una polémica por la falta de liquidez del valor por su escaso 'free float' tras la guerra de OPA.

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