Luis del Pino
Discrepancia. Tercera sesión del juicio, centrada en los autores materiales. Hay discrepancias entre el juez Del Olmo y la fiscal, aunque poco comprensibles. Para el instructor, sólo hay un imputado al que quepa achacar la colocación de las bombas de los trenes: Jamal Zougam. La fiscal añade, sin embargo, a dos acusados más: el sirio Basel Ghalyoun y el marroquí Abdelmajid Bouchar. No se explica la insistencia de Olga Sánchez: el testigo que reconocía a Ghalyoun fue incapaz de ratificarse en una rueda de reconocimiento, así que la pretensión de la fiscal carece de apoyatura. Y, sin embargo, la sensación es que, por primera vez, hoy se ha sentado en el banquillo alguien de quien sí cabría sospechar algún tipo de vinculación real con los atentados. Ghalyoun es el primero en declarar de toda esa compleja trama de sirios que percibimos a caballo entre el auténtico islamismo y los servicios secretos. ¿Para quién trabajaba Ghalyoun?
Papeles. El interrogatorio de Ghalyoun ha vuelto a poner de manifiesto que Olga Sánchez es una fiscal insegura. No se ha estudiado la lección suficientemente. Ghalyoun le ha rebatido varias de sus afirmaciones haciendo referencia al propio contenido del sumario. Su abogado le ha instruido bien sobre los indicios que hay en contra suya y sobre qué debe contestar en cada caso. Sin embargo, el hecho de que Ghalyoun declarara auxiliado con un fajo de notas no ha contribuido precisamente a dar una sensación de naturalidad. A diferencia de Zougam, dispuesto a responder a todo lo que le preguntaran, se ha hecho demasiado evidente que Ghalyoun ha necesitado preparar bien su defensa, con lo que uno no puede dejar de preguntarse por qué le ha sido necesario.
Tensión. Varios miembros de la asociación de Manjón han increpado a otra víctima, a la madre de la niña musulmana Sabrina ben Salah, muerta en los trenes. Es el tercer incidente que protagonizan los miembros de esa asociación en solo tres días. Si el tribunal no toma cartas en el asunto, la situación se le va a ir de las manos.
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