El funeral fue muy emotivo. Humo muchas muestras de dolor, mucha emoción y muchas lágrimas de amigos, familiares y vecinos. Estaba previsto para el mediodía, pero se retrasó hora y media para practicar las pruebas acordadas por el juez en el cadáver de Gregorio.

El cardenal Primado y arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, ofició la ceremonia religiosa. Pidió «misericordia» para las tres víctimas y para el parricida, y recordó que Gregorio también había sido «misericordioso» porque se ocupó de su familia «como pocos».

El cardenal concelebró la misa con cuatro sacerdotes. Unas 400 personas abarrotaban la iglesia del pueblo, muchos de ellos jóvenes amigos del hijo, David, que introdujeron los féretros en la iglesia.

El alcalde del pueblo, Antonio Rubio, agradeció «la solidaridad» de los vecinos y «el ejemplo» que han dado en momentos tan dolorosos. A partir de ahora, dijo, lo «importante» es ocuparse de las dos hijas de la familia: Eva, de 25 años, que permanece en observación en el hospital de Talavera, y María, de 22, que está muy grave en la UVI del hospital de Toledo.

El regidor también agradeció la ayuda que está recibiendo la familia de los servicios sociales. «Lo que ha ocurrido es producto de una depresión de caballo de una persona que se ha sentido desbordada. Y la apariencia de crimen horrendo se reduce por la bondad de él, que era una gran persona», añadió.