Martes, 20 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6274.
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 MADRID
Ocio / Teatro
A la sombra de Cervantes
Celos, abuso de poder, erotismo y manipulación son los ingredientes de 'El curioso impertinente', una pieza desconocida de Guillén de Castro que se representa en el Pavón
PEDRO VILLORA

A Guillén de Castro se le suele considerar a la sombra de Lope de Vega. Pero en el caso concreto de El curioso impertinente, el magisterio que sale a colación es el de Miguel de Cervantes. No es mala cosa que alguien pase a la historia de la literatura dramática con lo mejor de maestros semejantes: la gracia del primero y el argumento del segundo. El argumento, sí, porque El curioso impertinente es la adaptación de una novelita incluida en la primera parte de El Quijote. Y, puesto que la novela se publicó en 1605 y Guillén estrenó su pieza en 1606, también habría que valorar su capacidad para reconocer de inmediato el talento de sus coetáneos.

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Natalia Menéndez dirige esta nueva producción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Para la directora, Guillén «ofrece en principio una comedia pero le sale una tragicomedia, una mezcla entre el teatro de enredo de Lope y la dureza o crueldad de la commedia dell'arte, puesto que el autor vive en Nápoles y conoce bien ese teatro». Una obra que habla de sensualidad y erotismo, de abuso de poder y manipulación, de celos y de todas esas cosas propias de los clásicos.

Clásicos que, al escenificarse, pueden ser tratados con la fidelidad de una reconstrucción museística o con una reinterpretación plenamente actualizada. «No estoy ni en un extremo ni en el otro -reconoce Menéndez-. La lectura es contemporánea pero manteniendo un perfume clásico. No me he ido a hacer una versión de los 60, 70 o 90 del siglo XX, ni del tiempo del charlestón ni nada de eso. Me he ido a crear una época más que a recrearla».

Para la directora, «somos seres vivos que pertenecemos al siglo XXI, por eso creo que la idea de restaurar una época me parece casi imposible. Parto de una escenografía que sugiere cierto clasicismo, pero al tiempo es contemporánea, según cómo se ilumine. En el vestuario, María Araújo ha hecho una creación partiendo de pintores como Vermeer y otros que tienen que ver con Italia, pero a la vez con colores que favorecen al actor. Y respecto a la música, que es en directo, se han utilizado partituras de los siglos XVIII, XIX y XX. También hay actualización en el lenguaje que ha usado Yolanda Pallín para acercar el texto al siglo XXI».

Ésta es la primera vez que Natalia Menéndez dirige una obra de Guillén: «En la Compañía Nacional de Teatro Clásico me ofrecieron cuatro textos para leer y El curioso impertinente me saltó a los ojos por su escritura, que me parecía muy original pese a que la sombra de Lope sea alargada. Le falta quizá algo de poesía, pero tiene un desarrollo de la psicología del personaje que me podría llevar al siglo XVIII francés. Además hay una enorme cantidad de apartes que van a favor del subtexto y del pensamiento de cada personaje. Está la crueldad del humor, llevado con mucha ironía y dureza, y también cosas que tienen que ver con el folklore. Me parece un compendio que al tiempo crea su propio estilo». Para Menéndez, «Cervantes es muy poderoso dentro del texto, pero los nuevos personajes que aporta Guillén son una delicia y, al situar la acción en Florencia, se permite hablar del poder sin cortarse un pelo».

El curioso impertinente no es la única obra de Natalia Menéndez en la cartelera madrileña. Suya es también la dirección de Tres versiones de una vida, de Yasmina Reza, en el Infanta Isabel.

El curioso impertinente.

En el Teatro Pavón (Embajadores, 9).

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