Francisco de Asís Cabrero fue uno de los muchos universita-rios que vio cómo la guerra civil paralizaba su carrera. Tuvo que esperar a 1942 -y a un curso acelerado- para, finalmente, graduarse como miembro de la primera promoción de arquitectos de posguerra. En la misma, entre otros, figuraban Miguel Fisac, José Luis Fernández del Amo o Carlos de Miguel. Fue una generación que nació marcada por la escasez material y un aislamiento intelectual que, en definitiva, les empujará a asumir el sentido más inmediato de la austeridad. Pese a todo, fue capaz de producir una arquitectura donde la aceptación de lo cotidiano no implica renunciar a un lenguaje creativo. Un aspecto en el que Cabrero, cierto es, resulta formidable. Naturalmente, sería necesario concentrar la mirada en lo que es en realidad importante -la materia y su peso- y prescindir, a ser posible, de toda retórica. Aunque, seguramente, en el caso de Asís Cabrero algo tenga que ver una educación donde la pintura -primera vocación heredada de su padre, el pintor José Cabrero, y uno de los apartados más sugerentes de la exposición- comparte aprendizaje con la música mientras se asegura una profesión de provecho, en este caso, la arquitectura.

Como se ve, rigor, orden, plasticidad y, ¿por qué no?, cierto sentido de la economía trasladado tanto al ámbito personal como al profesional. Un ideario al que Cabrero fue fiel hasta el final de su carrera y que se refleja en una obra tan depurada como es la Casa del Pastor, a la sombra del Viaducto. Se trata del proyecto en el que contó con la colaboración de Carlos de Riaño y su hijo, José, y que en 1992, obtuvo el Premio del Ayuntamiento.

Al igual que su obra más conocida, el Edificio de Sindicatos (en la actualidad Ministerio de Sanidad), la Casa del Pastor recurre a la utilización de ladrillo y granito. Estos materiales marcan una decidida apuesta bicromática que, en sus tres fachadas, manifiesta la diferencia de planos de los que consta el volumen edificado.

En primer lugar, el granito es el encargado de articular un zócalo de tres alturas, donde tiene cabida el paño de sillería con el escudo barroco de la Villa (únicos restos conservados de la antigua Casa del Pastor). A la vez, establece el sentido de muro de contención que éste adquiere en su relación con una escarpada topografía. A continuación surgen cuatro plantas acabadas en ladrillo visto y con una solución rítmica de vanos. Es ahí donde la cuidada utilización de unas contraventanas exteriores de color blanco acentúan la aceptación referencial de un entorno rico en sugerencias.

Si para Cabrero el concepto que se escondía tras el Edificio de Sindicatos no era mas que «180 ventanas de edificio moderno que miran al Prado», la Casa del Pastor da carta de naturaleza a las innumerables posibilidades que ofrece la fusión entre funcionalidad y abstracción. Pero, sobre todo, lo que viene a demostrar es como bajo una desnudez formal ajena al pintoresquismo se puede subsanar cualquier inconveniente derivado de un entorno figurativo en exceso.

CASA DEL PASTOR

Situación: calle Segovia, 21 con vista a calle Caños Viejos y a calle Viaducto./

Arquitectos: Francisco de Asís Cabrero, Carlos de Riaño y José Cabrero./ Proyecto: 1988./ Construcción: 1988-90./ Exposición: Fundación COAM (calle Piamonte, 23)./ Fecha: del 15 de febrero al 23 de marzo de 2.007.