ARITZ PARRA. Especial para EL MUNDO
SHANGHAI (CHINA).-
Los chinos celebraban ayer el Año Nuevo Lunar entonando el gong xi fa cai, un intercambio de buenos deseos para que el recién estrenado año del cerdo dorado sea próspero y repleto de riqueza. Buena parte de ellos también recordaron a Deng Xiaoping, padre de las reformas económicas que han permitido a buena parte de la población aumentar la calidad de vida. Ayer se cumplieron 10 años de la muerte del creador del «socialismo con características chinas».
Según la agencia oficial de noticias, 33.000 internautas chinos ofrecieron ayer florales virtuales en el portal sina.com al líder, fallecido el 19 de febrero de 1997 a consecuencia del Parkinson. La prensa china recordaba al Pequeño Timonel, matizando que sus logros «dejaron atrás a 900 millones de campesinos», algo que el actual Gobierno de Hu Jintao se afana en corregir.
Apartándose del camino de la utopía revolucionaria, Deng Xiaoping embarcó a los chinos en un viaje sin retorno cuando comenzó a transformar el sistema económico en 1978. «Da igual que el gato sea blanco o negro; si caza al ratón, es un buen gato», es una de sus citas más repetidas. Pragmático empedernido, jurista y diplomático, sus ideas chocaron en varias ocasiones con las facciones más maoístas del Partido Comunista.
Tras el fallecimiento de Mao, tomó las riendas del país y, aunque nunca ocupó los cargos de presidente o primer ministro, lo dirigió, en la práctica, hasta su muerte. Su legado teórico, en forma de escritos y discursos, es hoy una de las obras más leídas por los chinos.
Su gran pecado fue autorizar al Ejército a abrir fuego sobre los estudiantes que pedían más democracia en la plaza de Tiananmen, durante la primavera de 1989. Tras los sucesos aupó a la presidencia del país a Jiang Zemin y, en 1994, también vio cómo la alcanzaba Hu Jintao.
En estos 10 años la economía China ha crecido a velocidad de crucero. En 2007 el PIB será casi nueve veces mayor de lo que era en 1978. Hoy la china es la cuarta economía mundial y el país ha recuperado un protagonismo de primera línea en las agendas internacionales. Pero en este viaje ha habido ganadores y perdedores. Las reformas han logrado sacar de la pobreza a 400 millones de personas, pero la brecha entre ricos y pobres no ha parado de crecer entre el este de los rascacielos y un oeste rural, remoto y casi medieval.
Con las desigualdades han florecido los conflictos sociales: más de 87.000 revueltas violentas en 2005, para ser exactos, según cifras del Gobierno, que ayer se afanaba en llamar la atención sobre los «efectos colaterales» de la receta económica de Deng Xiaoping y Jiang Zemin. El actual líder, Hu Jintao pretende limar estas asperezas en pos de la «armonía social», que le permitirá afianzar su poder en el XVII Congreso del Partido Comunista, el próximo otoño.
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