No siempre los necios son mayoría. Diablesas, drag queens, piratas del Caribe, guardias suizos, bujarrones disfrazados de diablos con tridentes y reyes moros, entre las chirigotas del Carnaval, han dado el domingo un corte de manga, una patada a la quincalla de Andalucía como irrealidad nacional. La señora Incomparecencia no acudió a votar; la abstención ha sido el ruido del silencio. En un referéndum, las tres cuartas partes de los andaluces no han emitido opinión. Ganó la abstención, en el pueblo más viejo y cuerdo del Mediterráneo. Por el olivar se vio a la lechuza de Atenea, volar y volar.

La España varia, pero entera, plural pero única, la cuadratura del pentágono de Zapatero, sentado delante del tapete verde de la nueva confederación, sigue. Un presidente melancólico, desesperado, tranquilo, cuestiona la validez de los enjuagues de la Transición. Escribe García de Cortázar que los políticos se han obstinado en forjar sentimientos regionales en toda España, han montado la timba de una nueva imaginería sentimental. Al final es todo el Estado botín y artesa, crece un neocaciquismo más deforme que el de la Restauración. Por un lado, el socialismo de los nazarenos, y por el otro, una derecha confusa, que tenía una política autonómica en los noventa, y ahora no la tiene; no entienden la heterogeneidad de España que ha abocetado José Luis Rodríguez Zapatero. España es un país de antepasados y Zapatero puso el huevo de Pi en la tortilla de camarones de la subvención. El PP contestó, primero con una acorazada de palabras y contradicciones; después tragó. En ese combate entre el partido apostólico y el partido nihilista, el primero juega a la defensiva, a la política de contacto y zancadillas. Los dos practican un fútbol leñero, siempre pendiente del señor de negro, el árbitro de las Salesas. El PP ignora que cuando cabe temer todo, no hay que temer nada. Dicen que el Gobierno Zapatero es una catástrofe, un cataclismo, pero siguen jugando a la defensiva, como en la campaña electoral que ya perdieron.

Con ese catenaccio son incapaces de romper el empate.