ALBERT CASTILLON
Siempre me ha llamado la atención que en Madrid por un euro puede tomarse una caña de cerveza en un bar y además le obsequian con una tapa gratuita, mientras que en Barcelona por un euro no se toma ni un café. Hace apenas treinta años en muchos restaurantes de menú de la capital de España se tiraban los restos de comida al suelo, sin más. La evolución que ha hecho Madrid en todos sus sentidos ha sido meteórica, mientras que Barcelona la inició a velocidad de crucero, pero desde hace unos años se mueve a ritmo de tartana.
«Barcelona va en bici, mientras Madrid va en moto», ésta comparativa de ciudades hecha por el presidente del gremio de hoteleros Jordi Clos simboliza muy bien lo que le pasa a nuestra ciudad. Las grandes capitales europeas como París, Londres o Berlín van en Fórmula 1, hace ya mucho tiempo que perdimos la oportunidad de seguirles. Incluso comparando Barcelona con otras ciudades españolas como Valencia o Bilbao, éstas han crecido en mayor medida que la nuestra.
Mientras Madrid no para de crecer en extensión, Barcelona lo hace sólo en precios. Somos con diferencia la capital más cara de España aunque con la mitad de servicios que ofrece Madrid.El ministro Joan Clos manifestaba el otro día que Barcelona está dormida, nadie mejor que él para anunciarlo. Sus años como alcalde y su experiencia como anestesista lo lograron. Hemos perdido el tren de la modernidad, ya no somos la vanguardia europea, nos miramos demasiado el ombligo como para ocuparnos de lo que pasa más allá de nuestras fronteras. Mientras Carod-Rovira explora en su viaje oficial a la India la catalanidad, el alcalde de Madrid Ruiz-Gallardón le pasa la mano por delante a nuestros políticos catalanes ofreciendo una alianza Madrid-Barcelona.Se posiciona como espoleta de un cambio necesario que nunca harán los políticos, sino la sociedad civil y sobre todo la empresarial.
Hace varias décadas que los emprendedores catalanes que quieren hacer negocio viajan a Madrid, y cada vez más a China y otros mercados por explorar. Gallardón propone la alianza de las ciudades, que no de los gobiernos como catalizador del impulso que necesita nuestro país. Cuando el presidente Zapatero dijo hace unos días «España será en el 2010 el primer país del mundo en Alta Velocidad ferroviaria, por delante de Japón», las carcajadas que se escucharon en Barcelona no dejaron terminar sus palabras.
Barcelona no está dormida, lo están sus políticos, tanto en el gobierno como en la oposición. A la Generalitat de Catalunya no le avergüenza reconocer que en todo el pasado año sólo se construyeron 7.592 pisos de protección oficial, mientras que la Comunidad de Madrid otorgó las llaves de 21.300 pisos en el mismo periodo. Por tercer año consecutivo Madrid batió records, mientras que en Catalunya se construía un 15% menos de pisos protegidos que en el año 2005.
Debemos aprender de las ciudades sin complejos como Madrid, intentando evitar su estructura de burocracia que lo ralentiza todo. Cuando la pasada semana se produjo el terremoto en media España con epicentro en Portugal, se desalojaron siete edificios en Madrid, todos situados en La Castellana, Alcalá y Paseo de Recoletos, curiosamente en su mayoría edificios públicos llenos de funcionarios que aprovechando la coyuntura ya no se reincorporaron al trabajo en todo el día. Ellos van en bici, no en moto.
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