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Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar es un idiota; quien no osa pensar es un cobarde (Francis Bacon) |
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¿Cómo son de mayores? |
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JOSÉ LUIS DE LA SERNA
Hace sólo dos décadas, comenzó en EEUU un debate que trascendió a toda la sociedad. Muchos expertos se preguntaban si era ético y económicamente sensato atender en Unidades de Cuidados Intensivos Neonatales al número cada vez mayor de recién nacidos con menos de 800 gramos de peso. Entonces la mortalidad de estos prematuros era muy elevada y las secuelas que presumiblemente aguardaban a un porcentaje muy alto de los que lograban sobrevivir, demasiado severas. Sin embargo, la medicina ha seguido evolucionando de una forma imparable y está logrando que personillas de menos de 300 gramos sean dadas de alta. Ahora, la supervivencia de los bebés que nacen con un peso entre 500 y 1.000 gramos llega al 80%. En estos momentos, apenas se discute la eficacia de unos cuidados intensivos neonatales, que está fuera de dudas. La polémica se centra en cuáles son las secuelas que tienen de por vida aquéllos que nacen con un peso tan bajo. Las últimas estadísticas, publicadas en un estudio extenso en el New England Journal of Medicine, aseguran que los niños con muy bajo peso al nacer tienen una incidencia alta de déficits neurosensensoriales, un cociente intelectual pobre y menos logros escolares que sus congéneres con un peso normal cuando nacieron. No obstante, también hay muy buenas noticias si se tienen en cuenta las estadísticas de grandes grupos de nacidos prematuros. Así, el 51% de ellos tienen un coeficiente intelectual normal, el 74% ha conseguido una escolarización completa y hasta el 40% intenta ampliar sus estudios. También se ha demostrado que sus comportamiento social es similar al de su compañeros normales al nacer y que no existe una mayor incidencia de conductas de riesgo o uso de drogas ilegales. La realidad, por tanto, es que el porcentaje de partos de niños de bajo peso es cada día mayor, y que habrá que intentar disminuir la tasa, pero asimismo es cierto que la ciencia consigue milagros hace poco imposibles y que los buenos resultados de casos similares al del bebé de Miami seguirán en el futuro soprendiéndonos.
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