La misión de Arnaldo es que David pierda la virginidad antes de los 17 años y que así no muera de pena. O algo peor. La misión de David es ser escritor. Los dos narran, en paralelo y jugando a los contrastes, los devaneos de su educación sentimental. El tópico del adolescente que emprende un viaje de madurez hacia la gran ciudad -esta vez, La Habana- sirve para que el escritor Senel Paz se adentre en una nueva etapa vital de David, el protagonista de su novela, y luego guión, más popular: Fresa y chocolate.
Lo hace en En el cielo con diamantes, que en España se publica en una edición doble entre Bruguera y Ediciones B. Así, Senel Paz reaviva su imaginario particular -formado por otras piezas como Una novia para David (1985)- en una novela de la que recuerda haber escrito fragmentos hace más de 20 años.
«Soy de esos escritores que se recrean siempre en un mismo mundo», explicó ayer el cubano, que en esta ocasión ha querido dar protagonismo también a Arnaldo, un personaje con el que guardaba «una deuda personal». Con él, representa una generación, la de los jóvenes de la Cuba de los 60, en la que el sexo era obsesión permanente y la riqueza del habla -«incluso a través del maltrato al idioma»- configura las relaciones humanas. Y es que una de las aspiraciones del escritor es «plasmar las hablas, los lenguajes» de la gente a través de sus personajes.
En David, su hijo pródigo, Paz se representa a sí mismo. «No es una novela autobiográfica», se apresuraba a aclarar. Pero casi. Ambos, personaje y creador, nacieron en un mundo de mujeres, lo que les hizo más sensibles hacia el universo femenino. Por eso, buscan un ideal amoroso a las antípodas de la explosión hormonal de Arnaldo.
Pero hay más contrastes. Mientras Arnaldo sólo piensa en llevarse a la cama a cualquier ser vivo que le ronde, David vive obsesionado por la lectura, la obediencia estricta al régimen y la necesidad de alcanzar una existencia lo más honrada posible. En Fresa y chocolate ese contraste con el puritanismo de David lo ejercía Diego, el artista homosexual que le descubre algunas de las trampas de la sociedad cubana del momento.
Ambos, escritor y personaje, emprendieron un viaje desde el campo hacia La Habana siendo adolescentes (Senel Paz se fue a estudiar periodismo); y ambos, cuando piensan o sueñan, lo hacen en technicolor. Y es que Senel Paz, además de novelista, es un hombre de cine. Por eso, lo que podría pasar, lo que se imagina, lo que intuye o sueña el protagonista está narrado en escenas, con decorados, trucos de montaje y claquetas que gritan «¡Corten!»
Beatles habaneros
En realidad toda la novela es como una película, con banda sonora incluida: los Beatles, por una vez, se alían con la música revolucionaria cubana. También hay localización: esa La Habana postrevolucionaria en la que los adolescentes -como él mismo- vivían deslumbrados, de manera unánime, por las posibilidades de una revolución que prometía cambios.
Pero como Paz también quiere ser novelista, juega con textos de escritores de todos los tiempos -algunos inventados, otros reales- con los que embauca al lector en un constante juego de acertijos literarios. Por eso, el personaje de David sabe también que, como el Quijote, necesita un Sancho Panza y una Dulcinea para tener una vida digna de ser recordada. Y también, como el Quijote, vive obsesionado por la lectura y aspira a tener una vida de libro. O de película.
Autocrítica revolucionaria
El panorama que vive Cuba en los últimos años tiene poco que ver con la ilusión postrevolucionaria que vivieron los jóvenes de los años 60. «Las cosas ahora ya no son en blanco y negro. La difícil situación de la isla hace que muchos jóvenes vean su futuro en otros países», comentó ayer el escritor. Y a continuación, Senel Paz analizó el papel de los intelectuales en todos estos años con un símil: «El intelectual cubano ha estado jugando a las damas con la revolución y con Fidel. Y no al ajedrez, que es a lo que tenía que estar jugando».
Además, Paz se mostró crítico con algunos de los errores del régimen cubano: «Habría que repensar y reconstruir algunos errores que se han cometido hasta ahora y que, en aras de la unión contra el enemigo, no se han analizado nunca». Y, aunque admitió que no cree que las condiciones externas cambien, Cuba debe «rectificar su propia acción».
Paz resaltó la reacción colectiva del pueblo cubano ante el hecho de que el país «sigue avanzando sin Fidel» desde hace ya año y medio. Sobre el estado de salud del dirigente y la posibilidad de un cambio en el régimen, Senel Paz aseguró rotundo que «Raúl Castro es, de todos los cubanos vivos en el planeta Tierra, el más adecuado para gobernar el país en estos momentos».