Miércoles, 21 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6275.
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 ESPAÑA
JUICIO POR UNA MASACRE / Las declaraciones de los acusados
Gnaoui admite que «una familia» estuvo en Morata la semana previa a los atentados
Dice que 'El Chino' le pidió el 2 de marzo que no volviese porque habría allí unos desconocidos
JOAQUIN MANSO

MADRID.- Otman Gnaoui, acusado de pertenecer a la célula islamista que atentó el 11 de marzo de 2004 en Madrid, reconoció ayer que varios desconocidos estuvieron en la finca de Morata de Tajuña en los días inmediatamente previos a la masacre. Admitió que había realizado obras en la casa desde mediados de febrero hasta el «2 o el 3 de marzo». Entonces, según declaró a la fiscal Olga Sánchez, «Jamahl [El Chino] me dijo que iba a venir una familia con sus hijos». Añadió que no volvió por allí, ni a ver a El Chino, hasta el 17 de marzo, cuando éste le llamó para completar la faena.

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La representante del Ministerio Público, que pide para Gnaoui 24 años de cárcel, no quiso insistir sobre esa cuestión. Sí lo haría después el letrado José María de Pablo, de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, que le preguntó si sabía quiénes eran esas personas -«no lo sé», respondió- y si estableció contacto con ellos -«yo no podía ir a a la casa cuando estaba esa gente», dijo-.

[EL MUNDO publicó el 18 de septiembre de 2006 la transcripción de una grabación policial efectuada por la Udyco que recoge una conversación entre El Chino y Gnaoui que tuvo lugar a las 20.59 horas del 2 de marzo de 2004. En ella, El Chino le ofrece a Gnaoui una «pequeña moto»; según le dice, «te servirá durante la semana que está esta gente. Es un señor con su familia y sus hijos [...]». Si esto es así, esos desconocidos habrían permanecido allí hasta el 10 de marzo, fecha en la que, según la Policía, se montaron las bombas].

Gnaoui dijo haber conocido en Morata, además de a El Chino, a los suicidas de Leganés Rifat Anouar, Abdenabi Kounjaa, Mohamed Oulad Akcha y el hermano de éste, Rachid. Según él, sólo vio una vez a El Tunecino y ninguna a Allekema Lamari.

El zulo y el transporte

El auto de procesamiento del juez y el escrito de acusación de la Fiscalía atribuyen a Gnaoui la construcción del zulo donde se guardaron los explosivos con los que se cometió la matanza, y haber participado en el transporte de la Goma 2.

Respecto al primer episodio, Gnaoui negó que hubiese sido él quien hubiese fabricado el habitáculo que se encontró en el jardín, y desmintió que supiese que su finalidad fuese guardar los explosivos, sino que explicó que pensaba que era «para dar de comer a los animales».

Sí admitió que había acompañado a El Chino a comprar las planchas de porespán con las que se recubrieron las paredes del zulo y que habrían actuado como aislante contra la humedad. No obstante, matizó que él creía que «eran para que las gallinas y los corderos no pasasen frío».

Más confuso fue su relato del viaje al encuentro de El Chino, quien supuestamente estaría trasladando la dinamita desde Asturias. Gnaoui narró cómo El Chino le llamó por teléfono para que fuese a la entrada de Madrid a llevarle «un clavo, y a los chicos»; a continuación, se desplazó hasta Morata en moto, donde recogió a Rachid Oulad Akcha y a Rifat Anouar, y los condujo en un Opel Astra hasta la localidad de Cogollos, en la provincia de Burgos (aunque señaló que él desconocía que el viaje fuese ser tan largo). Una vez allí, según dijo, se encontraron en una gasolinera con El Chino y Mohamed Oulad Akcha, que se desplazaban en un Volkswagen Golf, y los dos coches dieron la vuelta hacia Madrid.

La fiscal preguntó repetidamente si la palabra clavo significaba arma de fuego, lo que Gnaoui rechazó. Otros letrados sí inquirieron si lo que necesitaba El Chino era ayuda para transportar algo pesado, pero Gnaoui no quiso contestar.

Respecto al hecho de que su ADN apareciese en las prendas que abandonó Rifat Anouar tras los atentados, aclaró que quizá éste vistiese en ese momento alguno de los trajes que él había utilizado para trabajar en Morata.

Sobre su presunto islamismo, Gnaoui respondió a la letrada que patrocina su defensa, Beatriz Bernal, que «nunca voy a las mezquitas; soy musulmán, pero no religioso». También admitió que había tomado alcohol y hachís, y que había sido detenido en una ocasión en Marruecos por «tener drogas para mi propio consumo».

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